miércoles, 17 de junio de 2015

Baudelaire corrigió durante una década ‘Las flores del mal’





Personaje de distraída modestia, Charles Baudelaire se sabía llamado a la gloria. “Me lo rechazan todo, el espíritu de invención e incluso el conocimiento de la lengua francesa. Me río de esos imbéciles y sé que este volumen, con sus calidades y sus defectos, encontrará un lugar en la memoria del público letrado, al lado de las mejores poesías de Victor Hugo, Théophile Gautier e incluso Byron”, escribió a su madre en julio de 1857, tras publicar Las flores del malla antología poética que revolucionaría las letras francesas. Lo que no se sabía es que, antes de inscribirse en la posteridad, el poeta pasó casi una década corrigiendo sus pruebas de imprenta, reescribiendo una y otra vez sus 150 poemas con insistencia casi patológica, en la que todo auténtico perfeccionista logrará reconocerse.
Esas pruebas han llegado esta semana a las librerías francesas, a través de una primera edición limitada a un millar de ejemplares, que la editorial parisina Les Saints Pères ha puesto a la venta a 189 euros cada ejemplar. El documento retoma la edición anotada que la Biblioteca Nacional de Francia (BNF) adquirió en una subasta pública en 1998 por 3,2 millones de francos. La primera edición de 1857 nunca fue encontrada, por lo que esta versión anotada es la única que se conserva con el contenido original.

Hasta ahora, este documento de extraordinario valor solo podía consultarse en el catálogo digital de la BNF. La edición en papel está acompañada de trece dibujos que Auguste Rodin esbozó, tres décadas más tarde, en su volumen personal de Las flores del mal, cuando el libro ya había sembrado el pánico en el París decimonónico.

Durante los diez años previos a su publicación, Baudelaire se enzarzó en múltiples correcciones. Se peleó con las comas mal colocadas y las tildes no ajustadas a la gramática al uso, además de retomar estrofas enteras. En su célebre poemaSpleen, en honor al lúgubre sentimiento que inspiraba su estética, el poeta tachó el sintagma “largo gemido”, prefiriendo el "horrible aullido" que salió a imprenta. Incluso exige a su editor, Auguste Poulet-Malassis, al que la correspondencia revela algo exhausto de los caprichos de su autor, que suprima la mención “Poesías” bajo el título. "Me contraría mucho", dejó escrito.

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