martes, 22 de diciembre de 2015

La incultura de los políticos


Artículo de Ramón Irigoyen publicado en “Diario de Navarra”. Martes, 22 de diciembre de 2015
Escribo este artículo tres horas y media antes de que se cierren los colegios electorales y, además, sin ayuda de la adivina Casandra, la hija del rey troyano Príamo y de su esposa Hécuba. No me ayuda Casandra, ni tampoco la Pitia, que fue en el griego Delfos precursora de nuestra gran adivina Aramís Fuster.  Por tanto, ignoro los resultados de las elecciones.  La  campaña electoral ha sido, sobre todo,  un gran éxito del prodigioso Bertín Osborne, a quien, por cierto, ya le había anunciado la Sibila de Cumas,   la tercera del gran trío grecorromano de adivinas,   que iba a batir récords de audiencia televisiva.  ¿Y dónde queda Cumas?, pregunta Mariano Rayoy, que, en sus oposiciones a registrador de la propiedad, no tuvo que estudiar – y con razón – ningún tema de geografía.
¿En qué han coincidido todos los candidatos? Han coincidido en un punto muy importante: ni Rajoy, ni Sánchez, ni Rivera, ni Iglesias han ido a ningún plató con calcetines blancos. Pedro Sánchez ha ido a algunos mítines con un jerséi rojo, rojo colorado que mi abuelita me ha dado, pero que quizá le ha gustado a la diseñadora Agatha Ruiz de la Prada que ha declarado en varias ocasiones que los hombres somos aburridísimos vistiendo porque solo vestimos de gris y de azul o, como variante, de gris marengo.  Pero la coincidencia suprema entre estos  candidatos es que a ninguno de los cuatro les importa lo más mínimo eso que, simplificando mucho, llamamos cultura. Ni el cine, ni la música, ni la literatura con sus diversos  géneros – poesía, novela, teatro, ensayo, periodismo, traducción – les importan un comino, una especia muy recomendable para acompañar el tomate del jerséi de Pedro Sánchez.
De paso hay que recordar que estas chuminadas que no les importan a los políticos – cine, música, teatro,  literatura y otras artes – generan el 5% del PIB. Es verdad que el 5% del PIB queda muy lejos del 70% del PIB, e incluso del 50% y hasta del 30% del PIB. Entonces ¿a qué ocuparse del 5% del PIB, que es incluso la mitad del 10% del PIB? Este argumento de los cuatro magníficos – Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias – es irrefutable.
¿Y qué libros deberíamos recomendarles a los políticos para que, de entrada, como en aquel eslogan socialista de la OTAN de los tiempos de Felipe González, comiencen a amar los libros, y de salida, aprendan a dialogar respetando de verdad al rival? Cicerón, el genial orador e incauto político de la Roma del siglo I a.C. – murió asesinado -, llamó a la historia maestra de la vida. César Antonio Molina, tan magnífico escritor como gestor cultural – llegó a ser ministro de Cultura con el socialista Zapatero -, dedica el primer capítulo de su soberbio libro La caza de los intelectuales. La cultura bajo sospecha (Destino) titulado “Las manos de Cicerón” al autor de los célebres discursos contra el revolucionario Catilina, el gran precursor del vallecano  Pablo Iglesias. Siendo, pues, la historia la maestra de la vida, como dice Cicerón, tan justamente honrado en Madrid con una calle casi pegada al más sublime Corte Inglés que ha levantado  esta empresa en nuestra patria, El Corte Inglés de Nuevos Ministerios, que solo cede en gloria artística ante el museo del Prado y el estadio Santiago Bernabéu, recomendémosles a Rayoy, Sánchez, Rivera, Iglesias y a los restantes líderes políticos, tres libros de historia – y de historia mínima porque andan siempre muy mal de tiempo: son libros de 300 páginas  – para que se enteren bien de cómo surgió, creció y evolucionó el país en el que nacieron y en el que pretenden gobernar.
Estos tres libros espléndidos, coeditados por El Colegio de México y Turner,  son: Historia mínima de España de Juan Pablo Fusi, Historia mínima del País Vasco de Jon Juaristi e Historia mínima de Cataluña  de Jordi Canal. Y a Mariano Rajoy, que es un hombre tan dotado para las   oposiciones, hay que recomendarle un libro más: la Historia mínima de la literatura española de José-Carlos Mainer. El gran Mainer, a través de la literatura española, le conducirá a la primera gran novela del mundo occidental,  el Satiricón del latino  Petronio. En el Satiricón  Rajoy se topará con la Cumas que no aparecía en los temas de sus oposiciones,  y con la Sibila, la adivina desesperada que, en esta ciudad situada a 9 kilómetros de  Nápoles,   decía en griego:  “‘Apozanín ezelo” (‘Quiero morirme’)” -, que es lo que decimos todos cuando sufrimos una grave derrota. En la agonía hasta Artur Mas, un mentiroso compulsivo en historia de Cataluña – él es el primero que debe leer la Historia mínima de Cataluña -,  habla en griego.  

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