miércoles, 17 de febrero de 2016

“Sócrates” para cristianos y ateos

Artículo de Ramón Irigoyen publicado en “Diario de Navarra”. Lunes, 15 de febrero de 2016


Sócrates. Juicio y muerte de un ciudadano¸ espléndida obra teatral de Mario Gas  y Alberto Iglesias, triunfa en las Naves del teatro Español  que tienen su sede en Matadero Madrid, un recinto hoy cultural de primerísimo orden y que, en su día, fue, como canta su nombre, el recinto en el que se sacrificaban las reses en la capital de España. Matadero Madrid está en la plaza de Legazpi y, por sus espléndidas y muy variadas actividades culturales – teatro, artes plásticas, música, cine,  literatura – bien se merece una visita, que invita, además, a un paseo por el llamado Madrid Río, que es, claro, el río Manzanares, tan satirizado por Góngora y Quevedo,  que discurre pegado a Matadero Madrid.  A título personal, puedo decir que la primera vez que  visité Matadero, hace ya unos años, cuando venían a mi memoria los incontables  miles de animales de las más variadas especies que allí se sacrificaron durante varias décadas me acordaba de los versos del poema “Nueva York (Oficina y denuncia)” en el que Lorca  relata los millones de  animales que en esta ciudad se sacrifican todos los días. Lorca sería quizá nuestro primer poeta animalista – su pena por los animales sacrificados suena a dolor muy hondo –  si ya, en el siglo XVI, Garcilaso no hubiera escrito  el soberbio soneto “A la entrada de un valle, en un desierto”,  en el que el poeta equipara su dolor por la ausencia de su amada con el que puede sentir un perro que ha sido abandonado por su amo. Este soneto es tan bueno que puede hacer derramar lágrimas incluso a un lector que haya sufrido el trauma de haber sido mordido por un perro rabioso.
Sócrates,  obra dirigida por Mario Gas, se estrenó el verano pasado en el Festival de Mérida, y se ha representado con gran éxito de crítica y público en varias ciudades españolas. En Madrid se estrenó el 5 de febrero y se representará hasta el día 28 de este mismo mes que suena a mes de la fiebre.  Sócrates nació en Atenas en el 470 a. C. Murió en el 399 a. C. condenado a muerte. El tribunal lo declaró culpable, por 280 votos contra 220, por el crimen de no creer en los dioses del Estado, por introducir en Atenas nuevos dioses y por corromper a la juventud. Parece que Sócrates, a sus 70 años,  quería ya morirse porque el tribunal se lo puso fácil para que no tuviera que beber la cicuta pero él, no obstante, prefirió no librarse de la muerte y se fue  a criar malvas. Fue un personaje de descomunal  personalidad porque de él se ocuparon Aristófanes, que lo satirizó en Las nubes, Jenofonte, un magnífico escritor un tanto eclipsado por los genios con los que compartió época, y Platón, a quien, si hubiéramos de definir en solo cuatro palabras, diríamos que ha sido en occidente ‘el emperador del misticismo’.
De Sócrates  podemos dar una versión ortodoxa, que es la que han dado en esta obra Mario Gas y Alberto Iglesias, y que es la que han ofrecido y siguen ofreciendo  en sus cátedras los helenistas del mundo entero  y que, por tanto, agradecen mucho los cristianos en sus variadas ramas de católicos, protestantes, coptos  y ortodoxos. Es la historia del Sócrates sabio, pobre y, a la vez, seguro de sí mismo porque, sin complejos, se mueve en el círculo de los aristócratas, y que gasta opiniones que enfurecen a una parte importante de los regidores del Estado. Para  los ortodoxos la  sumisión de Sócrates a las leyes y su aceptación de la cicuta  lo elevan al himalaya de la virtud.
La versión heterodoxa, o sea, satírica,  de Sócrates la inició  en Grecia Aristófanes  en su comedia Las Nubes. En el siglo XX, Woody Allen escribió en su excelente relato “Mi apología”, recogido en el libro Perfiles (Tusquets), una sátira feroz de Sócrates.
En la sala Fernando Arrabal  de las Naves del Español el fantástico actor y director teatral José María Pou encarnó a Sócrates con la maravillosa solvencia que él gasta en estos trances. El espectáculo encandiló al público por la altísima profesionalidad de los actores Carles Canut, Pep Molina, Alberto Iglesias, Ramón Pujol, Guillem Motos, y de la actriz Amparo Pamplona, que dio voz a Jantipa, la esposa de Sócrates, en un monólogo memorable.
Los cristianos disfrutarán la obra porque Sócrates es un personaje literario de Platón, quien, como cuenta Hans Küng en su genial libro Grandes pensadores cristianos. Una pequeña introducción a la teología  (Editorial Trotta), nutrió a fondo la teología de san Agustín y de los Padres de la Iglesia.  Y los ateos disfrutarán la obra porque Sócrates es una gran obra teatral y, además, su sueño siempre ha sido ver disfrutar a los cristianos en el teatro. Por ejemplo, Mariano Rajoy es cristiano y no va nunca al teatro.

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