miércoles, 13 de abril de 2016

EN LA MUERTE DE MISS SHANGAY LILÍ_Luis Antonio de Villena



(Este obituario se ha publicado en El Mundo)

Hace tiempo que no lo veía. Aunque no lo parezca no son estos los mejores tiempos para la causa gay o LGTB, a secas. Pero a veces me llamaba por teléfono para charlar un poco y preguntarme dónde podía publicar un libro nuevo. El horno editorial (solíamos concluir) no anda muy dispuesto –aunque sonría- para bollos maricas. Refinada, con inmensos tacones y llena de sabio maquillaje hasta las cejas, Enrique Hinojosa Vázquez –el verdadero nombre de Miss Shangay Lilí1287738918_0, o sea el falso- era un tipo de lo más natural cuando vestía de hombre pero que cuando se travestía o maquillaba, siempre a favor de la militancia LGTB y de las minorías sexuales, se convertía en una dama (toma su nombre de la película de Von Stenberg interpretada en 1935 por Marlene Dietrich) refinada y extravagante hasta el delirio, siempre afectuosa y muy amiga de sus amigos. Era natural de Málaga pero ha fallecido en Madrid, donde vivió muchos años, sólo con 53.maxresdefault (3)

“Drag queen”, travesti o transgénero a Miss Lilí no le importaba tanto la denominación cuanto defender el derecho a la pluralidad y a la diferencia, también en el sexo y en el glamur. Su afán por el brillo de buscado oropel era tanto que hasta dedicaba sus libros con un rotulador de tinta plateada para que brillara. Hizo cuanto estaba en su mano para defender el chic mórbido de la pluralidad, desde programas de televisión, hasta cine marginal o cabaret, pasando por una literatura gay que en este país nunca ha estado de moda (sigue habiendo mucho machismo subyacente) pero que se creyó unos pocos años que lo iba a estar. En ese tiempo es cuando más ví y traté a Miss Shangay que se decía fan de mi obra. En realidad –porque hubiera querido más, y que yo sepa queda un inédito- Miss Lilí sólo llegó a publicar, entre tantas apariciones públicas de noche, cuatro monologos-libro-500llamativos libros: “Hombres y otros animales de compañía” (1999), “Escuela de glamour” –un título que era ella misma- en 2000, y después “Mari, ¿me pasas el poppers?” en 2002, para acabar a causa de esa soterrada crisis de lo gay más transgresor que no conviene callar, con “Machistófeles” , del mismo año, subtitulada “Otra novela posmoderna”. “Mari, ¿me pasas el poppers?” se subtitulaba, a su vez, “La homosexualidad masculina de a A ala Z”. No era un diccionario de nombres –aunque hay muchos- sino más bien de mundo. Desde “bondage” (masoquismo) a las entonces famosas y discotequeras “fiestas de la espuma” –reino sublunar del calzoncillo o del disimulado desnudo- hasta el festín de los chaperos o de la promiscuidad. Miss Shangay creía bien que en pantalla, espectáculo o libro, con sentido del humor y muchas lentejuelas brillosas, todo se podía decir y comentar y él (o ella) lo hacía y muy bien. Que Miss Shangay no ocultaba se ve en el capítulo que titula “Oscariana” y que habla naturalmente del gran icono que fue (es) Oscar Wilde. Y dice: “Este capítulo no puedo por más que dedicárselo a Luis Antonio de Villena, el neopaganoshangayentrelibroslibrosque trajo este nombre –Oscariana se tituló un tomito de epigramas de Oscar Wilde, publicado en 1894- a mi atención”. Sí, estábamos todos porque él sabía, era frívolo pero no tonto, que la causa LGTB no puede de veras ser defendida sin hacerse cargo de su rica y a veces dura historia. Por aquellos años (principios de los 2000) uno hallaba los rímeles y lamés coruscantes de Miss Shangay prácticamente en cualquier evento o festolín que mereciera la pena, y ella era (como los decadentes querían) sublime sin interrupción. Un dichoso espectáculo.ShangayLily3

Luego la fiesta comenzó a apagar muchas de sus bujías y el mundo gay “oficial” inició a mi saber un raro y equivocado camino de “heterosexualización”, que incluye bodas y bautizos. A Miss Shangay tampoco eso le atraía mucho. Aparecía menos, no sonaba tanto y sus libros –eso parece- ya no tenían gancho para las editoriales al uso. Miss Shangay además estaba enferma. El mundo gay le debe apertura, glamur y libertades absolutas. Mucho más, en suma, que cualquier merecido homenaje ahora.

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