viernes, 8 de julio de 2016

LECTURAS PARA VERANO: “RAYUELA” DE JULIO CORTÁZAR_Luis Antonio de Villena




Para muchos el argentino largo tiempo afincado en París, Julio Cortázar (1914-1984) fue ante todo un cuentista genial, muy distinto a Borges pero de otra manera muy cercano. Su cuento “Casa tomada”, aunque pertenece a su primer libro de relatos, “Bestiario” (1950) no falta en ninguna antología.Cortazar
Como muchos autores del llamado “boom” de la novela hispanoamericana, que ocurre sobre todo en los años 60 del pasado siglo, su logro es colocar la narrativa en español, por el cuidado novedoso de su técnica y la calidad de su prosa, en primera fila de la literatura mundial y puede decirse que se  logró. Por eso y pese a su fama enorme como cuentista, para muchos (las otras novelas de Cortázar, tal “El libro de Manuel” son menos valoradas) la obra cumbre o al menos emblemática de Julio y de ese “boom” es la novela “Rayuela” –un clásico contemporáneo- publicada en Buenos Aires en 1963.  En su momento –y ahora- “Rayuela” es un portento de modernidad meditativa.  Como es sabido el título alude a un viejo juego infantil, donde se saltan casillas de un número a otro de manera no regular. Ese fue el gran experimento y logro cortazariano, pues la novela frases-de-julio-cortazar-3admite dos distintas lecturas, muy diferentes. Si se escoge el modo tradicional –o sea leer la novela desde su inicio adelante- se empieza en el capítulo 1 y se llega hasta el 56. Ahí se abandona. Resulta una novela tradicional, seductora, que cuenta los vagabundeos parisinos de un argentino trasterrado, Horacio Oliveira.  Pero si seguimos el “tablero de dirección” que el autor propone, hemos de empezar la lectura en el capítulo 73 y a partir de ahí seguir los diferentes saltos señalados como en el juego infantil. La novela siendo la misma es muy otra. Aparecen muchos más personajes y sobre todo las errancias citadinas de Oliveira se cargan de un alto contenido meditador, con mucho existencialismo y buenas cargas de profundidad. No es otra novela y a la par, es indiscutiblemente “otra”. Escrita en un lenguaje a ratos refinado y otros coloquial –con argentinismos-  “Rayuela” se convirtió julio-cortazarmuy pronto no sólo  en la novela “moderna” de nuestra lengua sino casi en un vademécum juvenil. Si el gran icono de la novelística del “boom” sería “Cien años de soledad” (1967) del colombiano Gabriel García Márquez, el otro será siempre “Rayuela”, pues son polos opuestos que se complementan. “Cien años de soledad”, llena asimismo de novedades y calidades, es la novela de la América profunda que nos muestra el “realismo mágico”. Desde otra esquina, “Rayuela” es la novela ciudadana de un desterrado, llena de cotidianeidad urbana y un agudo pensar sobre el tiempo y la condición del hombre.  Formas distintas de novelar la realidad, ambas son novelas imprescindibles hoy para conocer y comprobar gozando que el “boom” estuvo muy lejos de ser un invento publicitario, sino que respondió a altas calidades y a rayuelauna modernización absoluta de la narrativa en nuestra lengua, con el consiguiente éxito internacional. Otra cosa: “Rayuela” es una novela genial cuando se salta y juega y sólo una buena novela –no es poco- si se sigue la lectura inicial. No se la pierdan.

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