lunes, 12 de septiembre de 2016

Luis Antonio de Villena

CENTENARIOS: CERVANTES

(Este artículo se ha publicado en El Norte de Castilla)
Es ya muy grande el peso y brillo de la mejor cultura, de su tradición e historia. Para eso valen los centenarios conmemorados cuando de veras el autor importa. Para darle actualidad y ayudarlo a sobresalir un poco de ese gran peso dorado aludido. Pero uno diría que Miguel de Cervantes (que es, en buena medida, un símbolo de España) necesita menos que otros la celebración centenarial. Cervantes nunca ha dejado -con la fuerza que fuere- de estar presente en nuestra cultura. Por eso lo que necesita o pudo necesitar Cervantes no son simposios académicos de los que puede haber sobra, sino llevar al 220px-monasterio_de_san_ildefonso_y_san_juan_de_la_mata_-_cervantespúblico a un Cervantes vivo, un hombre que tanto luchó y al que a menudo fue mal, un hombre que fracasó más de una vez, ese Cervantes de sus dificultades mejor que el Cervantes de sus glorias, justamente cantadas. Y ayudarse en el empeño vital (que han hecho Jean Canavaggio o Rosa Rossi) con la resolución de otras curiosidades o enigmas cervantinos. No por cierto el de hallar su tumba, pues luego de tanto ruido, sólo se ha concluido lo que sabíamos ya: que Cervantes estaba y está enterrado en el convento madrileño de las Trinitarias Descalzas. Cierto la tumba concreta, individual se he perdido y sus huesos se mezclan con otros, firmamigueldecervantespero eso es parte del tenaz descuido con que los españoles han tratado a sus grandes hombres. En esto el pueblo español nunca ha estado fino y no hay que ocultarlo…
Cervantes Saavedra murió de diabetes con 68 años el 23 de abril de 1616, eso se conmemora el “Día del Libro”. Pero la madre de Cervantes se llamaba Leonor de Torreblanca, es decir que su hijo no usó el apellido materno. En la época el uso de los apellidos estaba infinitamente menos regulado que ahora, pero fue a partir de 1587 –es decir, más o menos a partir de sus 40 años- cuando Cervantes comienza a usar ese “Saavedra”, no antes.  También sabemos que Cervantes da como suyas obras perdidas, entre ellas comedias y novelas (quizás una colección de novelas cortas, otra) titulada cervantes_miguel_1“Las semanas del jardín”, título que han usado en homenaje algunos escritores modernos.  Aunque Canavaggio lo acepta, aquí gustó poco aquel “Escuchar a Cervantes” de la italiana Rossi donde dice que nuestro gran hombre –como Shakespeare- tuvo en Argel experiencias homosexuales, lo que le valió conservar la vida tras sus intentos de fuga, pues parece que el bajá turco –a quien no disgustaba el sexo entre hombres- lo protegió o lo quiso. Acá el tema es algo tabú todavía. Pero Miguel de Cervantes –sólo se conserva su firma manuscrita y ahí escribeimages-12“Cerbantes”- no fue un tipo adinerado o aburguesado, recorrió la Italia renacentista joven, fue soldado, estuvo en la cárcel por defraudador y conoció muy bien el lumpen sevillano –Sevilla era entonces la ciudad más populosa de España- aprendiendo a llevarse bien con pícaros y tahúres como enseñan las “Novelas ejemplares” (1613), pero en su mayoría escritas antes que el “Quijote”. Dilo claro: Cervantes es mucho Cervantes, pero al hombre vivo tenemos que rebuscarlo mejor todavía.

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