jueves, 4 de agosto de 2016

LECTURAS DE VERANO: “PARADISO” de JOSÉ LEZAMA LIMA_Luis Antonio de Villena



El cubano José Lezama Lima (1910-1976) era ya un autor muy reconocido por el mundo literario del idioma –poeta, prolífico y abundoso ensayista- cuando en 1966 publicó en La Habana del castrismo la novela “Paradiso”. Ciertamente una novela singular y original desde cualquier punto de vista y –no lo neguemos- un texto tan seductor y apabullante como evidentemente difícil porque mezcla narrativa, ensayismo y poesía en un cuerpo literario de una densidad asombrosa.  Sabemos que  Lezama que nunca fue un revolucionario fervoroso (aunque homosexual era católico) había logrado llevarse bien con el Régimen, justamente hasta la aparición de “Paradiso”, que si se convirtió pronto en un éxito internacional inmenso y en otro de los iconos del “boom”, dentro de Cuba suscitó agrias polémicas.  Lezama tardó diecisiete años en escribirla, pues su primer capítulo (y algún otro después) ya había aparecido en “Orígenes”, la mítica revista de poesía que el propio Lezama lideraba, en 1949.  La novela–quizá sea una definición imprecisa para libro tan singular- narra de base o  fondo la infancia y adolescencia del futuro poeta José Cemí, en quien se puede ver un alter ego del autor. Infancia, historias de sus ancestros, colegio e inicio de sus estudios universitarios, son la tierra base de una obra que se agiganta en todo tipo de excursos y disquisiciones, desde lo más metafísico hasta lo erótico, hetero y homosexual. El crítico mexicano Carlos Monsiváis calificó la novela de “monumento barroco” (lo es) y Julio Cortázar uno de sus más tenaces defensores junto con Octavio Paz, escribió: “desnuda confrontación del hombre con un cielo de zarpas de estrellas”.  Por el contrario la crítica de la isla, básicamente controlada por el Régimen, arremetió contra  ella, con las muy notables excepciones de Cintio Vitier y Alejo Carpentier, pero este era embajador, diplomático…
Para esa crítica castrista la novela era “hermética, morbosa y pornográfica”. Resultado de todo el alboroto fue que meses después de ser editada, “Paradiso” quedó fuera de circulación en Cuba. De otra parte se dijo que la edición tenía muchas erratas y aunque hubo una edición pirata en Argentina en 1967, hay que llegar a 1968 para que la editorial Era de México publique una edición mejor, más limpia de errores, al cuidado de Monsiváis y sobre todo de Cortázar.  Esa fue la edición que se pudo adquirir en España cuando yoera estudiante. Asmático, y según algunos (su hermana Eloísa, exilada en Miami) falto de esenciales cuidados, Lezama murió con 65 años, siendo a la vez –rara combinación- una gloria y un marginado.  Fuera de Cuba un nombre capital en la creación de un portentoso neobarroco y de esa novela singular, que nada tiene de mero entretenimiento sino que requiere (incluso en sus capítulos más sexuales) una verdadera lectura de fondo entre la fascinación y la abundancia de todas partes…  Una radical experiencia literaria.  Lezama pensó continuar su novela, pero no alcanzó a ver la parte que dejó escrita de un segundo volumen inconcluso: “Oppiano Licario”.  Un director de cine, Tomás Piard, ha tenido el arrojo de llevar “Paradiso” al cine con el título de “El viajero inmóvil”. Obra imprescindible de la gran literatura, algunos piensan que el influjo de “Paradiso” o de la prosa lezamiana en Cuba ha sido excesivo.

Cuando los escritores se ponen a parir


Cuando murió Francisco Umbral, Arturo Pérez Reverte recibió una llamada de pésame que no tenía ningún sentido. Los dos maestros de la literatura habían protagonizado un duelo literario de los que ya no quedan. Se habían destripado el uno al otro en varios artículos de prensa. Sin piedad, buscando la sangre. Mientras Reverte preparaba el ataque contra el autor de Las ninfas, confesaba: «Ver entrar en danza a Francisco Umbral me ha hecho, lo confieso, gotear gozosamente el colmillo». Sin embargo, cuando el escritor Montero Glez telefoneó al padre del capitán Alatriste, este respondió: «Has entendido de qué va esto, Montero, has entendido de qué va esto».
La anécdota muestra que, en el fondo de la animadversión, entre dos escritores hay un poso de identificación. Cuando un autor golpea a otro lo hace siempre con el canto de sus libros. En el menosprecio o la crítica no habita sólo la pretensión de achicar el prestigio del contrario, sino también una necesidad, unas veces mejor disimulada que otras, de hacer prevalecer la obra propia y el concepto propio de ‘lo literario’. Umbral tachó a Pérez Reverte de ser aburrido y de no tener estilo, y este le devolvió el bofetón acusándolo de plagio: «Las novelas de Francisco Umbral me parecen divertidísimas, pues paso muy buenos ratos subrayando en ellas párrafos y asuntos ajenos».
También Roberto Bolaño se ensañó con Isabel Allende, Bukowski con Shakespeare, Lope de Vega con Cervantes, Góngora con Quevedo o Nabokov con Tolstoi. El blog Neorrabioso, creado y gestionado por el poeta Batania, recoge en la sección Troyas literarias cientos de enfrentamientos entre maestros de la narrativa y la poesía. Los lanzamientos de cuchillos no siempre se gestan en el terreno literario: «Una gran parte de las Troyas literarias que he publicado tienen que ver más con rencillas extraliterarias. ‘Ahora que ya no me caes bien, tampoco me gusta tu obra’, es una máxima no escrita que se cumple todos los días en este mundillo», dice Batania.
Las rencillas no se ven con buenos ojos en la actualidad. La piel del lector se ha sensibilizado mucho. El mínimo comentario crítico puede despertar una ola de hooliganismo en las redes sociales. En un mundo en el que parte de la identidad personal se define a partir de exponer los propios gustos, cualquier ataque a estos se transforma en una agresión, en algo punible. En cuanto aparece un comentario con malicia o sorna sobre una obra, se produce una exaltación general: los usuarios piden moderación y solicitan que las críticas sean constructivas. Batania se revela contra este criterio: «Es que no tiene por qué ser constructiva, basta con que sea natural. Cuando criticamos a Obama o a Putin nadie trata de ser ‘constructivo’, no entiendo por qué a la literatura sí se le exige.Otra cosa es que la crítica debería ser respetuosa con el autor. Pero al libro no hace falta respetarlo porque si es malo, te ha hecho perder un tiempo y un dinero que podrías haber dedicado a uno bueno».
escritores se ponen a parir
Batania cree que, ahora, la crítica se ve con peores ojos que en otras épocas porque «se ha impuesto el mercado y el mercado no quiere que haya una crítica a unos productos que no se lanzan en razón de su calidad, sino por sus ventas potenciales».
Lejos de perjudicar los valores artísticos, la inquina y la mala uva han dado lugar a joyas de la creación. «Las mejores son las de Quevedo, Umbral y Juan Ramón Jiménez». Este último, dueño y señor de la ‘poesía pura’, y siempre bien escondido en algún sanatorio, se despachaba a gusto contra sus contemporáneos. El autor de Diario de un poeta recién casado soltaba perlas como estas: «¿Azorín? Buen sinvergüenza es Azorín. Un vendido. ¿Y Unamuno? Un genuflexo. ¿Y el delicado poeta Antonio Machado? Un hombre que vivía en medio de la mugre. Como nunca en la vida se había descalzado, la suela y las plantas de los pies se le habían unido. Estaba herrado y caminaba como un ánade».
Aunque él también recibió de vuelta buenos empellones. Las generaciones más jóvenes, que nadaban en el surrealismo, vieron en el poeta al patriarca que había que aniquilar según los postulados de Freud. Salvador Dalí y Luis Buñuel le enviaron una carta que intentaba ser un escupitajo en la cara: «Nos creemos en el deber de decirle –sí, desinteresadamente- que su obra nos repugna profundamente por inmoral, por histérica, por cadavérica, por arbitraria… ¡¡MERDE!! Para su Platero y yo, para su fácil y mal intencionado Platero y yo, el burro menos burro, el burro con que nos hemos tropezado».
Las buena crítica sirve, como opina Batania, para restaurar la justicia: «Si hay honradez, arroja luz sobre las obras comentadas o ayuda a establecer una jerarquía de valores que es necesaria mientras el mundo de la literatura sea piramidal, con autores que llegan a las librerías y otros que se quedan fuera; con gente que gana premios y otra que nunca los gana».
Batania también recoge halagos entre escritores en la sección Arcadia literaria, sin embargo, reconoce que «los halagos suelen tener menos calidad, seguramente porque son más fáciles y se escriben más rápido. Una crítica, en cambio, te la piensas más y te sale mejor escrita: el mejor elogio a Neruda se lo hizo Octavio Paz y también la peor crítica».
escritores ponen a parir
Octavio Paz -que, a su vez, también resultó blanco de la pluma de Trapiello, Umbral o Bolaño- dijo de Pablo Neruda que era «el poeta más amplio, hondo y humano de su generación (…) el más intenso, ora desgarrador, ora risueño, a un tiempo simple y misterioso. Un poeta inmenso». Y que «en cada uno de sus poemas, aun en los menos afortunados, hay líneas que son relámpagos de verdad». Sin embargo, el mexicano descerrajó también un disparo certero contra el chileno: «A Neruda lo perjudicaron la ideología y la abundancia. (…) Fue un ídolo [comunista] o, más exactamente un mito. Pero los mitos tienden fatalmente al estereotipo y Neruda no escapó a la estatua de cartón. (…) En cuanto a la abundancia: lo dañó porque le hizo confundir la facilidad con la inspiración».
Batania tiene 42 años y buscó trabajo como conserje nocturno para poder leer y escribir compulsivamente. El blog Neorrabioso nació en 2008 como un lugar en el que publicar sus propios escritos. Su creador se percató de que la única forma de que lo leyeran era dejar comentarios en otros blogs y así lo hacía a pesar de los perjuicios que, según asegura, causa esta forma de actuar en un escritor joven. «Un poeta tiene que leer  a los clásicos, no a la mierda de sus contemporáneos.Por cada gota de fulano, tengo que leerme diez gotas de Vallejo, y por cada gota de mengana, tengo que leerme diez gotas de Idea Vilariño», confiesa.
Para superar esta disyuntiva decidió sobornar al usuario: «Le digo al lector: ‘Yo te ofrezco el blog literario más divertido que te puedas imaginar y, luego, tú decides si además lees mi mierda’». El sistema ha resultado muy alimenticio: «Me lo paso bomba haciendo el blog porque tengo que leer cientos de diarios, libros de memorias, biografías, ensayos, correspondencia y libros de entrevistas y conversaciones». En un solo día puede llegar a zamparse más de 200 folios.
De modo que Neorrabioso hace trampa y ofrece contenidos que tienen un aire de morbosidad y espectáculo, pero que, en el fondo, nunca abandonan lo estrictamente literario. Fue precisamente en el Siglo de Oro cuando los poetas y creadores se enzarzaban con mayor frecuencia. «Las épocas de mayor brillantez literaria también han sido las más propicias a la crítica y al insulto», concluye Batania.
Además, el deslenguamiento ayuda a los escritores a sobrevivir. Si algo es irreprimible en ellos es el ego –se articule como se articule- y el apuñalamiento verbal les sirve para desahogar demonios y desquitarse. Lo importante es que los duelos queden en el papel y que no le ocurra a nadie lo que a Aleksandr Pushkin, que confundió su vida con la página de un poema y acabó tiroteado después de un duelo. Se había batido en 21 combates a muerte. Los motivos cada vez importaban menos.

domingo, 31 de julio de 2016

Rafael Sánchez Ferlosio: "Todo es diversión. El ocio es lo único. Estoy muy desolado y cabreado"






Rafael Sánchez Ferlosio, en su piso de siempre de la Prosperidad. Por la mañana han degollado a un cura en Normandía. Por la tarde sigue el calor y ni siquiera se puede echar la culpa al Gobierno. En la mesa del comedor, un ejemplar de Gastos, disgustos y tiempo perdido, el segundo volumen de sus Ensayos que publica Debate con el afectuoso cuidado de Ignacio Echevarría. El librote recoge casi todos sus escritos de los periódicos, pero sería una desorientada canallada vincular ese origen con el título. La inaudita obra de Ferlosio se ha hecho sobre todo en los periódicos. Ya es desgracia que haya sido al modo de Ortega, su antípoda, su anticristo, hasta tal punto presente que, para una vez que sale de casa, viaja hasta Roma y compra allí con ilusión de niño una reproducción de la vera effigies de Santo Tomás de Aquino, advierte ya de regreso en Madrid, al desenrollar la efigie para enmarcarla sin tardanza, "algo que superaba cualquier límite de lo que mi simpatía por el santo habría estado dispuesta a soportar". Y era el mal aire, el parecido remoto, pero suficiente, del santo con José Ortega y Gasset; con lo que huelga decir que tuvo que ir a parar sin más ni más directamente a la basura. "Y es que hay que ser cuidadoso con los gastos, porque a veces, especialmente en los viajes, parece que andamos alegremente por ahí comprando cosas como tontos". 
El escritor, afectada su mácula, ve muy mal. Trata de leer con lupa y escribe con grandes trabajos, aunque con el benéfico efecto de que ha mejorado su caligrafía. Está, como siempre, furioso y desesperado con las noticias. Y la furia durará hasta que llegue su nieta Laura a la casa y la tarde se haga mansa.
RAFAEL SÁNCHEZ FERLOSIO: Es que la niña es hasta humorista. ¡Usa el sarcasmo! Tiene 11 años y usa el sarcasmo. La adoro, la adoro.
ARCADI ESPADA: Vas al oculista, mañana.
FERLOSIO: ¡Vamos a ver! Me he dejado ir mucho y estoy mal.
ESPADA: ¿No puedes escribir?
FERLOSIO: Muy difícil. Aunque estoy recuperando la buena letra... 
ESPADA: ¿Y dictando?
FERLOSIO: He usado amanuenses, pero era cuando tenía la escritura muy seguida. Y ahora con las desesperaciones, las enfermedades... ¡El estado del mundo me produce tal indignación, tal ira, me produce tales fobias...! Con los terrorismos y los antiterrorismos. El mundo está...
ESPADA: ¡Mondo cane!
FERLOSIO: Y luego... ¡Es que no suprimen nada...! Ni una vuelta ciclista. Todo pasa arrollando. Sobre todo las diversiones, que hay una infinidad, más que nunca. Todo es diversión. El ocio es lo único. Estoy muy cabreado y desolado. El capitalismo lo ha puesto todo a la venta. Hasta el futuro. ¡Los mercados de futuros! Y aquí este hombre, que ni quiere formar Gobierno ni dejar de formarlo. Me cabrea mucho. ¿A ti no te indigna Rajoy?
ESPADA: No es el que más me indigna. Claro que quiere formar Gobierno. Pero no le salen los números ni le facilitan que salgan. ¿Qué va a hacer? Tampoco le vamos a suplicar que deje de ganar elecciones.
FERLOSIO: Ya. Y luego este Sánchez... 
ESPADA: Este me parece con más culpa, la verdad. 
FERLOSIO: ¡Es un mediocre increíble! Y tiene esta señora andaluza... Parece buena señora. Pero de provincias, claro. No es más que para gobernar una provincia.
ESPADA: La actualidad te sigue poniendo a mil. 
FERLOSIO: Sí, muy cabreado. Me veo muy cabreado.
ESPADA: También en eso todo lo contrario del literato. La actualidad no te ha dejado sosiego.
FERLOSIO: Sí. Tengo que vivir la actualidad. ¿Qué voy a hacer? Yo he vivido sobre todo de los periódicos.
ESPADA: ¿Y continúas?
FERLOSIO: Sí, aunque ahora no matizo. Sólo puedo ver los titulares. Cosas elementales. Así que sólo puedo decir cosas elementales sobre todo. El terrorismo, por ejemplo. La diferencia que hay entre que los hombres y los terroristas maten y los policías abatan. Esa forma del bien y del mal tan acomodaticia y tan ciega.
ESPADA: Sería una discusión interesante saber si estamos obligados a usar el mismo verbo para la acción de unos y de otros.
FERLOSIO: Un hombre no es un pájaro. Pero ya te he dicho que sólo puedo ver los titulares... Sigo pensando que esto ha de romperse por algún lado. No veo que pueda seguir funcionando por la fórmula de los negocios. Por la fórmula de capital financiero antes que por la economía real. Esto de real... se le llama a demasiadas cosas, por cierto.
ESPADA: Al socialismo también... ¿Te acuerdas del socialismo real?
FERLOSIO: Ah, el socialismo realmente existente... De socialismo realista nunca hubo nada, claro.
ESPADA: Eso del progreso. Tú has vivido una guerra civil, una guerra mundial, Auschwitz, la catástrofe del comunismo, los estragos del capitalismo, que tan frenético te ponen. Yo estoy para cumplir 60 años. Siempre he vivido en paz, digamos. ¡La paz cuenta! No es fácil sostener que el mundo vaya a peor.
FERLOSIO: Humm... El estado de guerra es muy amplio hoy. Sudamérica, el desastre de la incompetencia retórica de ese payaso de Venezuela. La incompetencia de Argentina... La abundancia de payasos en nuestro mundo. El mismo Estados Unidos. No me digas que Trump...
ESPADA: Es un caso impresionante. Trump viene detrás del presidente más preparado, más cerebral y menos demagógico que ha tenido América.
FERLOSIO: A mí me parece, sobre todo, un hombre bienintencionado. Y parece que muy de confiar. Pero ha mantenido el estado de guerra... Ha mantenido Guantánamo.
ESPADA: Más o menos ha mantenido la guerra. Selectivamente, que dice. Con el ¡abatimiento! de Bin Laden.
FERLOSIO: Pues no sé. No sé si ha sido un hombre tan capacitado como necesita el tiempo. Ahora está la señora...
ESPADA: Clinton.
FERLOSIO: Sí. Esta señora es un poco afectada, pero tuvo una buena intención con lo del seguro médico hasta que fue derrotada por las compañías de seguros. Si recuperara esta buena intención... Pero antes habrá de ganar al payaso. Y no será fácil.
ESPADA: Este segundo volumen de los Ensayos es, sobre todo, una crónica del socialismo. ¿Tampoco ha habido progreso en España?
FERLOSIO: Con ETA hubo grandes aciertos. Debido también a la deshonestidad, porque las cosas que hizo Felipe fueron gordas, en su uso de los secretos imperiales. Metió la puñalada por abajo. Metió la razón de Estado. Si aceptas el Estado, aceptas la razón de Estado. Pero claro... Esto del terrorismo, sin embargo. Este uso de la palabra victoria.
ESPADA: ¿Qué quieres decir?
FERLOSIO: Me indigna que hablen de victoria sobre los muertos. "Pero conseguiremos la victoria!", dicen. Te han matado y dices que victoria. Victoria no quiere decir nada. Lo que tienes que hacer es tratar de que no te vuelvan a matar.
ESPADA: Humm... Míralo al revés. En realidad, si nosotros no ganamos es porque el terrorismo nunca puede ganar. ¿Qué es victoria para los terroristas?
FERLOSIO: Nada, claro. Una palabra puramente simbólica. Pero victoria sobre ellos también. Demasiado simbólica. 
ESPADA: El nacionalismo ha evolucionado mal en España.
FERLOSIO: Esa superstición.... La palabra identidad. La odio profundamente. Identidad personal, nacional, colectiva... No es más que un fetiche. No me cabe en la cabeza. ¡Las cosas que dicen los catalanes! Ah qué cosas dicen... Se sienten mirados. Como los que entran en el Liceo. Una vez comenté ese momento del paso de la sociedad estamental a la burguesa, llevando en la cabeza dos escritos de dos burguesas catalanas, uno de Emma Cohen y otro de aquella que había sido editora... ¿Cómo se llama?
ESPADA: ¿Regás? ¿Rosa Regás?
FERLOSIO: Eso es. Entre los que entran en el Liceo y los que aguardan hay un intercambio de miradas. Por primera vez los dos existen para el otro y cada uno de ellos puede ser el otro. Unos pueden subir y otros caer. Ahí está el paso del orden estamental al burgués.
ESPADA: No he leído eso. O no lo recuerdo
FERLOSIO: Era un comentario, ¡nada menos!, que de Hegel. Una ilustración comentando a Hegel con mi ignorancia feroz. Yo tengo unas lecturas demasiado superficiales y demasiado pobres para hablar seriamente y con competencia de muchos autores que cito. No soy un hombre culto. Yo no soy más que un ilustrado a la violeta. He leído por encima. A veces acierto y digo las cosas bien. Pero sólo eso.
ESPADA: Hace algunos años decías que eras un escritor de islitas.
FERLOSIO: No me acuerdo de eso.
ESPADA: Sí, que de pronto te empeñabas en saber mucho de algo. Pero que esos saberes no estaban conectados entre sí.
FERLOSIO: Ah, bien. Pero no es falsa modestia. El conocimiento y el volumen de estudios de algunas personas es tan superior al mío... Por ejemplo Tomás Pollán. ¡Es que sabe muchísimo!. No puedes imaginar el abismo que hay entre mi ilustración y la suya.
ESPADA: Decías sobre la superstición del nacionalismo. Una superstición muy exitosa. 
FERLOSIO: También hay una razón de venganza. No se puede olvidar lo que ha pasado. En los años 60 fui a Barcelona con mi primera mujer, Carmen Martín Gaite. Sería por el Nadal, o algo así. Paseando vi una librería que tenía en el escaparate un mapa muy bonito de una región de Cataluña. Entré y le pregunté a la mujer si tenían los mapas completos, de todas las regiones. Y me contestó que no. Que los últimos los habían mandado retirar, porque los topónimos están en catalán. ¡La persecución llegó a los topónimos! Había un chiste. Creo que era un chiste, porque no creo que se llegara a tanto. El turó dels tres hereus: El cerro de los tres herederos. Y lo tradujeron, al parecer, El cerro de los muy felices, con el francés.
ESPADA: No he oído nada de eso. Ni en chiste. Pero dices venganza.
FERLOSIO: Es que prohibir el catalán hasta los topónimos, hombre, eso es increíble. El impulso de la venganza es fundamental. No es el único, pero es gordo. "Lo que han hecho con nuestra lengua no tiene nombre".
ESPADA: Y esa venganza es justa. Justas esas políticas de identidad, esa moral del pedo que es el nacionalismo a tu decir. 
FERLOSIO: Justo lo diría Dios si estuviera mirando. Yo me abstengo.
ESPADA: Como decías has sido un gran lector de periódicos. ¿Están cada vez peor?
FERLOSIO: Sí, cada vez peor. He sido muy dado a los periódicos. Y he tenido ahí la gran complicidad de Demetria que se los lee de cabo a rabo. Sobre todo, El País, de cabo a rabo. Hubo un año en que dejé de leer los periódicos. En el anterior matrimonio. Un año entero.
ESPADA: ¿Por qué?
FERLOSIO: Porque la gramática me absorbía de tal manera... Aquellos años que me dediqué a los altos estudios eclesiásticos, alguno de aquellos años, hasta dejé el periódico.
ESPADA: ¿Te acuerdas de aquel libro que íbamos a hacer, con aquel título tan bonito que le pusiste, Estos últimos años...?
FERLOSIO: Me acuerdo.
ESPADA: Y que no quisiste hacer.
FERLOSIO: Y cómo vamos a hacerlo ahora, con los años que ya tengo yo.
ESPADA: ...
FERLOSIO: Ya.
ESPADA: Hubiéramos explicado bien la época de la gramática y otras épocas.
FERLOSIO: Ya.
ESPADA: Estábamos en los periódicos. Tomaste siempre la actualidad para hablar de lo intempestivo, por así decirlo. En este volumen, por ejemplo, están los grandiosos artículos sobre Rafael Ortega, una lección, incluso práctica, sobre el barroco. Y, por cierto, explica Echevarría que no has querido incluir el primero de la serie, que se titulaba El abyecto. ¿Por qué?
FERLOSIO: Le pareció mal a Demetria.
ESPADA: ¿Quién era el abyecto?
FERLOSIO: El que tiraba al ruedo papel de retrete...
ESPADA: Un entendido.
FERLOSIO: Sí, del tendido seis. Pero a Demetria le pareció mal. Decía que los artículos eran más benignos y que ése chirriaba.
ESPADA: No había leído esos artículos taurinos. Son extraordinarios. Sobre a dónde llevan. Además están escritos en muy poco tiempo, creo.
FERLOSIO: Sí. Al día siguiente... ¡Ahora he aborrecido tanto los toros...! Pero claro, odio a España, tengo que odiar los toros.
ESPADA: De lo más normal.
FERLOSIO: ¡Qué voy a hacer!
ESPADA: ¿La razón sintética de ese odio?
FERLOSIO: Sólo te puedo decir por qué cosas odio. Odio por los Sanfermines de Pamplona. Odio por las Fallas de Valencia. Odio por la Virgen del Rocío. Odio por Feria y Semana Santa de Sevilla.
ESPADA: Y por la tomatina de Buñol. 
FERLOSIO: ¡Eso es sobrevenido! Pero la tomatina de Buñol, Dios mío. Y lo han hecho bien de interés cultural.
ESPADA: Pasa en todos los países.
FERLOSIO: Pero uno sólo lo siente agresivo en su país. Las cosas de la monarquía inglesa por ejemplo. Son muy agresivas. Pero nada tan agresivo como todo lo de tu país.
ESPADA: Expresiones de la identidad y del espectáculo. ¡Lo peor, ya sabes!
FERLOSIO: Desde luego.
ESPADA: En cualquier caso ese odio tuyo es españolísimo. Si habla mal de España, será español.
FERLOSIO: ¿Es un refrán? 
ESPADA: Sí, no sé si lo atribuyen a alguien. Un refrán, un chiste. Espera, lo busco.
FERLOSIO: No lo había oído...
ESPADA: Este: "Oyendo hablar a un hombre, fácil es acertar dónde vio la luz del sol; si os alaba Inglaterra, será inglés, si os habla mal de Prusia, es un francés, y si habla mal de España, es español".
FERLOSIO: ¡Ja! No lo conocía.
ESPADA: Siempre he querido preguntarte sobre tu lengua... ¿Tu hipotaxis, tu gusto por la subordinación, es empeño o instinto?
FERLOSIO: Yo creo que es más bien un empeño. Es decir, una pedantería. Hubo una vez que me gustó tanto... Hubo una frase concreta, que te podía decir cuál es. Una holandesa. Una frase larga. Me gusté. Pero luego. Qué idiota te pones con lo de la hipotaxis... Tú eres tonto. ¡Si tienes unas hipotaxis ridículas! El fracaso de la hipotaxis es: "Don Alfonso VIII, bla, bla, bla, Don Alfonso VIII veníamos diciendo".
ESPADA: ¡Completo!
FERLOSIO: La claudicación más vergonzosa de la hipotaxis. ¡Y a mí me pasaba mucho! Si te metes en la hipotaxis la frase ha de doblar limpiamente el cabo de Hornos, sin meterse por el Estrecho de Magallanes.
ESPADA: ¡¡Muy bien!!
FERLOSIO: Esto es así.
ESPADA: En el nuevo librote hay dos artículos de los años 60, de Abc, que no son nada hipotácticos. Por cierto, que en el de Lope de Vega hay esa frase de que cuando un español sale simpático no hay quien lo aguante.
FERLOSIO: Es que no hay quien lo aguante.
ESPADA: Oye, y de dónde era la holandesa.
FERLOSIO: De Las Semanas del Jardín. Un texto sobre Manrique: "Así como una bola de billar impulsada por fuerza hacia delante...". No me acuerdo.
ESPADA: La busco y la leemos. Y vemos si dobla el cabo.
FERLOSIO: Esta sí lo dobla.
ESPADA: Aquí está: "Así como una bola de billar impulsada por fuerza hacia delante, pero llevando oculto en sí un efecto de rotación contrario -en relación con el plano de la mesa- al del sentido de su traslación, avanza patinando por el paño más no bien choca con la roja esfera del mingo contra el que ha sido impulsada, agotando del todo contra ella ese obligado impulso, libera espectacularmente ante los ojos la oculta y no extinguida rotación y desde el punto muerto del encuentro recelera de pronto en vivo retroceso en el sentido exactamente inverso al que avanzara, así también la palabra de Manrique, que predica esforzadamente la estima del futuro, tratando de arrastrar los corazones en el sentido del tiempo adquisitivo, al ir a dar contra el mingo del ayer cercano, el rojo mingo de un recuerdo vivo -rojo como la roja esfera del sol crepuscular- deja prevalecer de pronto la persistente rotación interna del deseo inextinguido (piaga per allentar d'arco non sana) y retrocede irresistiblemente en el sentido del tiempo consuntivo, al reencuentro, al abrazo de ese mismo ayer tan contra corazón negado y abjurado".
FERLOSIO: ¡Llegué! Tal vez el Petrarca...
ESPADA: ¡Ja! Piaga per allentar... "Aunque se afloje la cuerda del arco, la herida no cura", el viejo Petrarca recuerda a Laura. Aflojado por la edad, pero incurable...
FERLOSIO: Bueno, ahora lo desacredito. Es una tontada. Pero bueno. Aprendí que las frases han de pasar el Cabo de Hornos.
ESPADA: Pero seguiste escribiendo hipotáctico.
FERLOSIO: Pero sin exagerar.
ESPADA: Y has escrito así en los mismos periódicos. ¡Plantando tus reales hipotácticos en el reino de la parataxis, del sujeto y predicado! Con un par. Aunque combinado con el laconismo de esos aforismos tuyos. ¿Qué te lleva al pecio y qué al periodo largo?
FERLOSIO: El pecio lo determina mucho el contenido...
ESPADA: Dos maneras extremas de escribir.
FERLOSIO: Sí.
ESPADA: ¿Las anfetaminas tienen algo que ver con el uso del período largo?
FERLOSIO: Las anfetaminas tienen que ver con todo lo que yo he hecho.
ESPADA: Un estilo anfetamínico.
FERLOSIO: Eso es. Hasta el punto de que me salía escribir en endecasílabo, y lo tenía que suprimir. Cuando traduje a Víctor de Aveyron. Aún me acuerdo: "Que hasta entonces con no pequeño enojo se había visto obligado a soportar2. Dos endecasílabos. Me salían así por las anfetaminas.
ESPADA: Oye... ¿Has llevado una buena vida?
FERLOSIO: No puedo estar descontento. Hombre, he tenido desgracias grandes, pero... Dos hijos muertos, sobre todo. Un hijo pequeñito que murió a los seis meses. Eso se pasa con el tiempo. Pero claro mi hija de 27 años, Marta, fue un golpe muy terrible.
ESPADA: "Campanita de convento...".
FERLOSIO: Me sugería cosas, Marta. Me mandaba: «Pon tal cosa».
ESPADA: ¿Cuántos años tenía entonces?
FERLOSIO: A los 20 ya me ayudaba. Murió a los 27... Se hizo con aquellos amigos que la querían muchísimo. Cuatro murieron. Diego Lara. Su mujer. El hijo de aquel psiquiatra...
ESPADA: Castilla.
FERLOSIO: Castilla del Pino, eso es. Y Marta... Ella tuvo la suerte de morir la primera y no vio la muerte de los otros, que fueron muriendo uno a uno. La última, la mujer de Diego Lara, que era una muy buena traductora de alemán.
ESPADA: ¿Como se llamaba el bebé que murió?
FERLOSIO: Miguel... Y ahora con esta criatura, Laura...
ESPADA: La nieta petrarquiana.
FERLOSIO: Esta criatura es que bueno... Me tiene...
ESPADA: Hay diferencias entre ser padre y abuelo?
FERLOSIO: Ninguna. La paternidad es un sentimiento único.
ESPADA: Tu padre...
FERLOSIO: Creo que fui su preferido. Creo que puedo decirlo. Y él me era muy simpático. A veces entraba en mi cuarto y me hablaba. Por ejemplo entró un día con un libro. Y me dijo desde la puerta: "¿Puedes creer que alguien haya escrito esto?: 'Gémula iridiscente'". Ortega, claro.
ESPADA: Qué ocurrencia.
FERLOSIO: Y no sobrevenida. ¡Perfectamente planeada! Las ocurrencias sobrevenidas son de otra especie. Aquello de Cervantes de El viejo celoso: "Lavar quiero a un galán las pocas barbas que tiene con una bacía llena de agua de ángeles, porque su cara es como la de un ángel pintado". 
ESPADA: Maravillosa.
FERLOSIO: ¡Es una frase de una gratitud erótica, sexual, tan inmensa...! Pero eso le sobrevino a Cervantes cuando ya tenía medio entremés escrito. Tan improvisada, tan espontánea y tan maravillosa. Imposible que la pensara antes.
ESPADA: Es clásico en ti. Tú piensas escribiendo.
FERLOSIO: Sí... Pero a veces uno traza un plan para que se pueda decir esta frase que dices. Pero vaya, en este caso es imposible. Cervantes se encontró con esa frase. "Las pocas barbas que tiene". Medio imberbe el joven.
ESPADA: ¿Cuando estuviste casado con Carmen os leíais los textos uno al otro?
FERLOSIO: Sí. Yo lo que recuerdo que nos leía siempre, porque era ya mayorcita Marta, que nos leía el libro más bonito que tenía. A mí sus novelas nunca me habían gustado mucho. Pero tenía un libro que se llamaba El proceso de Macanaz.
ESPADA: Una investigación formidable. 
FERLOSIO: El mejor libro que tiene. El día que leyó el final, me acuerdo... Ya los bienes de Macanaz habían sido embargados, revendidos... Y decía en las últimas líneas: "... y en punto de chocolate". Nos hizo mucha gracia que entre los apuntes del inventario estuviera el de unas onzas de chocolate de las que no había señal ninguna, y que se hiciera constar que con mucha razón los que hicieron las diligencias se lo pudieron haber comido. A Marta le hizo mucha gracia. Macanaz es su mejor libro.
ESPADA: De sus novelas me gustaba mucho Ritmo lento.
FERLOSIO: Me acuerdo, sí. Y un cuento bonito es Caperucita en Manhattan. Pero con Macanaz no se podía comparar nada.
ESPADA: ¿Tú le leías también?
FERLOSIO: Sí, también.
ESPADA: ¿El Jarama, por ejemplo?
FERLOSIO: Quizá. No me acuerdo bien si El Jarama se lo he leído a pocos... o a muchos.
ESPADA: ¡Ja, ja!
FERLOSIO: ...He escrito mucho. Tengo los armarios llenos de carpetas y de libretas.
ESPADA: No has hecho más que escribir.
FERLOSIO: Sí, gracias a las anfetaminas. Las jornadas...
ESPADA: Las jornadas.
FERLOSIO: Dos días y dos noches escribiendo sin parar. De pronto me daba cuenta de que se me clavaba una cosa de la silla, el comienzo de la pata en la nalga. ¡Tengo que cambiar de postura, tengo que cambiar de postura! Pero no podía moverme. Sólo escribir. En fin, era la época triunfante de las anfetaminas y de la mejor, la Dexedrina spansule, que era norteamericana.
ESPADA: ¿Sólo escribías gramática con las anfetaminas?
FERLOSIO: Sobre todo. Pero también otra cosa. Sin anfetaminas he escrito poco yo.
ESPADA: ¿El Jarama? ¡Ya ves que insisto en el tema tabú!
FERLOSIO: El Jarama es anterior a la buena y sistemática administración anfetamínica. 
ESPADA: ¿Y luego?
FERLOSIO: He seguido escribiendo igual con anfetaminas. Con otros productos menores. Tomando unas cosas que más o menos son adelgazantes de señoras.
ESPADA: O sea que todo lo has escrito con anfetaminas.
FERLOSIO: Muy poco sin, la verdad.
ESPADA: ¿Cómo te ponía la cabeza? 
FERLOSIO: Metida ahí.
ESPADA: En el asunto.
FERLOSIO: Ahí. Imbuido. Sin salir. Preso. La anfetamina ha sido una necesidad de la pereza.
ESPADA: Uf. Menos mal.
FERLOSIO: No sé.