sábado, 18 de marzo de 2017

La escritura como un reloj que avanza, Enrique Vila-Matas






La froide lumiere des Syrtes
"La escritura como un reloj que avanza"
Enrique Vila-Matas , Perder teorías
¿Y qué decir de la tenebrosa intuición de futuro, extrañamente agazapada a lo largo de la luz fría de Sirtes? A Gracq siempre le fascinó una escena muy secundaria de Macbeth, cuando Duncan avista el castillo donde va a ser asesinado. ¿Por qué este pasaje? Dice Gracq: "Porque presiente".
¿Y qué decir de la morosa espera que cruza la trama de El mar de las Sirtes y nos acerca al presentimiento terrorífico del estéril porvenir que a Occidente le espera? La novela es, de hecho, una sorprendente aproximación a lo que nos está sucediendo ahora. Es la narración de una decadencia brutal y de una angustia. Es literatura de percepción, no profética. A lo largo de El mar de las Sirtes el lector se cruzará con una sucesión de iluminaciones de estirpe rimbaudiana. Gracq muestra una especial sabiduría de percepción del futuro, como si supiera que un aspecto muy seductor de la literatura estriba en ser como un espejo que se adelanta: un espejo que, como algunos relojes, tiene la capacidad de avanzarse. Kafka fue un buen ejemplo de esto porque presintió, percibió hacia dónde evolucionaría la distancia entre Estado e individuo, máquina de poder e individuo, singularidad y colectividad, masa y ser ciudadano. El libro de Gracq no sólo se sitúa en esta corriente de escritores con espejos que se adelantan, sino que parece conocer el centro de nuestro problema actual: la situación de absoluta imposibilidad, de impotencia del individuo frente a la máquina devastadora del poder, del sistema político.* Ése precisamente es el paisaje moral y literario que hace más de medio siglo prefigurara El mar de las Sirtes, donde el género novelístico es abordado como género supremo de la utopía y como instrumento idóneo para enseñorearse nuevamente de la irrealidad en una época en la que la realidad debería perder sentido.
Toda esa atmósfera gracquiana alcanza su cumbre máxima cuando, en el famoso séptimo capítulo, vemos aparecer, fantasmagórico, al volcán Tängri, una montaña emergida del mar, un cono blanco y nevado flotando como una madrugada lunar sobre un tenue velo morado que parece despegarlo del horizonte. Ahí está plenamente el gran Gracq, ahí le tenemos señalando pautas y alineado con la mejor narrativa actual. A veces, sus palabras sobre el volcán, esa iluminación tan rimbaudiana, me evocan la calma y dignidad del propio Gracq y su papel de faro y de imaginario jefe de la renovación de las tendencias narrativas: "Ahí estaba, allí le teníamos. Su fría luz irradiaba como un manantial de silencio, maestro en la noche desierta".
Enrique Vila-Matas
Julien Gracq y la percepción de futuro
El País, 5 de enero de 2008
*Ce qui explique qu'il ait tant aimé un autre livre au fort accent perceptif, Bouvard et Pécuchet, où il y a déjà un splendide diagnostic sur la façon dont la bêtise avancerait inexorablement dans le monde occidental. (La froide lumière des Syrtes. Le magazine littéraire. Juin 2007)
***
Una noche, en un sueño, Kafka tuvo la visión de la "compañía del baño de sol" que "se destruía en una riña". Se habían formado dos grupos que gritaban "¡Lustron y Kastron!", como en las visiones del presidente Schreber. De la afabilidad ecológica a la masacre la distancia era mínima. A pesar de que insistía, escribiendo a Brod, que en el Jungborn se encontraba "realmente muy bien", Kafka lo sabía. El escritor se deja reconocer porque lo que escribe va siempre un poco más allá de lo que piensa. Sus descripciones de la vida en el Jungborn emanan un sutil horror mezclado con una desesperante comicidad. Eran los años fatales del descubrimiento del cuerpo, también en el sentido de exposición de la epidermis a los elementos atmosféricos. Supervisaban las operaciones, así como todo lo demás, Bouvard y Pécuchet. "Como una bestia salvaje, un viejo repentinamente se precipita al prado y toma un baño de lluvia".
Roberto Calasso
Kafka entre los naturistas
La locura que viene de las ninfas
Foto: Julien Gracq, le dernier des classiques
Le magazine littéraireJunio de 2007


jueves, 16 de marzo de 2017

NO REÍROS DE NADIE_Gloria Fuertes








Tan sólo de las cosas,
no reíros de nadie,
tan sólo de la gracia.
Ya lo sabe por fin la aristocracia.

Ni reíros vosotros los del pueblo,
que cada casa tiene su marica,
su santo, su ramera o su ministro...
el limpio limpio limpio tire piedra.

Todo mal quedará al fin disipado;
el mundo no estará apolillado,
cuando por fin
algún gallina-madre
ponga un huevo cuadrado.






lunes, 13 de marzo de 2017

Uso de los pronombres lo(s), la(s), le(s). Leísmo, laísmo, loísmo





Para usar adecuadamente los pronombres átonos de 3.ª persona lo(s), la(s), le(s) según la norma culta del español general, debe tenerse en cuenta, en primer lugar, la función sintáctica que desempeña el pronombre y, en segundo lugar, el género y el número gramatical de la palabra a la que se refiere. En el siguiente cuadro se muestra la distribución de formas y funciones de estos pronombres:
singular
plural
3.ª pers.
compl. directo
masc.
lo
(también le, cuando el referente es un hombre)1
los
fem.
la
las
neutro
lo
-
 compl. indirecto
le
(o se ante otro pron. átono)
les
(o se ante otro pron. átono)
1En el Esbozo de una nueva gramática de la lengua española (RAE, 1973) se condena el leísmo referido a cosa, pero se permite el referido a persona masculina singular; el leísmo plural siempre ha sido censurado por la Academia, ya que su baja incidencia desde los textos castellanos más antiguos atestigua que tampoco lo ha sancionado nunca mayoritariamente el uso de los hablantes cultos.
A continuación se expone de forma sucinta la norma que rige el empleo de estos pronombres:
  • Cuando el pronombre desempeña la función de complemento directo, deben usarse las formas lolos para el masculino (singular y plural, respectivamente) y lalas para el femenino (singular y plural, respectivamente):
¿Has visto a Juan? Sí, lo vi ayer. 
¿Has visto a Juan y a los niños? Sí, los he visto en el parque. 
Compré la medicina y se la di sin que nadie me viera.      
¿Has recogido a las niñas? Sí, las recogí antes de ir al taller.
[Dada la gran extensión en el uso de los hablantes cultos de ciertas zonas de España de la forma le cuando el referente es un hombre, se admite, únicamente para el masculino singular, el uso de le en función de complemento directo de persona: ¿Has visto a Jorge? Sí, le vi ayer en el parque].
  • Cuando el pronombre desempeña la función de complemento indirecto, deben usarse las formas le, les (singular y plural, respectivamente), con independencia del género de la palabra a la que se refiera el pronombre:
Le pedí disculpas a mi madre.
Le dije a su hermana que viniera. 
Les di un regalo a los niños. 
A pesar de la aparente simplicidad del sistema, existen casos excepcionales o aparentemente excepcionales dentro de la norma, así como una enorme variedad en cuanto a los usos efectivos en las distintas zonas hispanohablantes. Si se desea información pormenorizada, pueden consultarse los artículos leísmolaísmo y loísmo del Diccionario panhispánico de dudas, así como las entradas dedicadas a verbos que plantean problemas a los hablantes en cuanto a la selección de los pronombres átonos de tercera persona (avisarayudarcurardispararescribirllamarmolestarobedecerpegarsaludar, etc.).