martes, 18 de abril de 2017

Reseña: Un vuelo de ángel: Domingo, el abuelo astral.


Un vuelo de ángel:
Domingo, el abuelo astral.
“El mar y yo tenemos ciertos secretos.” Milton(el cubano).
Aquél cúmulo de páginas se presentaba ante mí como secretos salidos del mar. Me sumergí en la lectura y descubrí que muchas de ellas también provenían del cielo y de la tierra. Se trataba de la quinta novela del escritor cubano Milton M. Martínez, la cual, según él mismo, surgió de un sueño. A la mañana siguiente se levantó con una preocupación y un nuevo libro por escribir.
Los acontecimientos se suceden en un caos organizado y mientras Leopoldo (personaje central) saca de su jaba(1) ají picante, café, espam en lata, hojas de tabaco, puré de manzanas de Rumania y otras cosas más, yo voy llenando la mía con las vivencias de personajes apasionados, inmersos en una cotidianidad que los empujaba a tomar nuevos caminos, equivocados tal vez, que se hacen con el transcurrir de cada día. Estos personajes quieren y desquieren, anhelan, sueñan y temen. Son tan reales que hacen el amor, bailan al son de Felipe Dulzaides y su combo y toman ron en un flamante hotel o en el quicio de una acera de cualquier calle.
Las acciones rozan, sin proponérselo el autor, las líneas paralelas de lo histórico y lo político dentro del marco de la enajenación humana. Lo humano y lo social se mueven a rienda suelta por espacios obligatorios y cercados dentro de la condición cubana. La dimensión espiritual se contrapone como una propuesta que alivia y desencadena nuevas opciones impensables en la circunstancia real. Un “a pesar de todo” lastimero, como sentencia y advertencia, introduce cada capítulo.
El vuelo por esas primeras páginas invitaba a seguir el recorrido por aquel sendero tan individual y escabroso. Cada parada era la posibilidad de contactar con ese mundo ricamente caribeño, plagado de luz y sol, de mar, de sexo, de ron, de amor, de suspenso e incertidumbre, a pesar de todo. El relato gira en torno a las aventuras y
desventuras de Leopoldo. Su vida es un sobresalto erótico, una constante búsqueda del yo y de la satisfacción de ese yo; no obstante, encuentra el tiempo para trabajar y estudiar como los demás habitantes de la isla. La audacia, su personalidad decidida y la intervención oportuna y permanente del abuelo (Domingo) lo salvan constantemente de situaciones que rayan, con suerte, en lo jocoso y, con menos fortuna, en lo trágico. La causa y el efecto no siempre explican el desarrollo, a veces atemporal,de los hechos.
Domingo, el abuelo astral, de 79 años de edad es un personaje afectuoso, sencillo, sabio y defensor de su patria. Como un ángel caído del cielo, nos lleva de la mano por la novela, con la absoluta seguridad de que somos “espíritus que estamos viviendo una experiencia material”. En cada viaje astral que realiza tiene una visión y una certeza, pero él sabe que la revelación no siempre cambia el destino, porque al final vivimos el ineludible destino que nosotros mismos construimos desde el presente. El abuelo renace de la muerte, condición indispensable para recuperar sus alas, y seguirá siendo el guardián de su nieto, a quien está unido por vivencias ancestrales tal vez, pero por otras más cercanas en tiempo y espacio: a ambos los abandonaron para el carajo.
Leopoldo quiere decirle al abuelo que tiene ganas “de probar suerte y salir de aquel caos aunque después se arrepintiera mil veces, aunque después se pasara la vida entera hablando de la miseria que había dejado atrás y tal vez añorándola, porque nadie sabe a dónde lo puede llevar a uno ese tipo de decisiones, nadie sabe coño; porque la miseria (espiritual) no se deja, siempre se va con uno”. Pero prefirió callar. . .Quizás, temía la consabida respuesta de Domingo: “Yo jamás abandonaría mi patria…” Pero el abuelo tenía una revelación más: “Te irás pero una parte tuya se quedará y sentirás que algo te falta y nunca sabrás qué es, porque eso que falta no pertenece a la materia sino al espíritu”.
Niurka, Olga, Belquis, Caridad,…, tejen una red de erotismo y sensualidad a través de la novela y todas fueron una vez del mismo hombre. Y a pesar de los amores
y los desamores, de los encuentros y de los desencuentros, el privilegio único e irrepetible del amor perfecto emerge. La pareja escogida tendrá que enfrentar el fragor del conflicto existencial, el cual, como mar embravecido, pondrá a prueba la humanidad de dos seres cuya primera certidumbre es el amor y su segunda, es la de que sus vidas penden de un acto sobrenatural e incomprensible.
Y el final nos agarra desprevenidos: con los pulmones llenos de agua volvemos a la popa de una embarcación que ahora yace en el fondo del mar. En un vuelo de ángel arribamos a la arena de una playa que nos introduce en otros mundos, otros tiempos, otra luz, otra dimensión y un hombre solo con una promesa en los labios. El milagro final tiene lugar. Milagro único, privado, que se repite a través de los siglos, del que no puedo agregar nada, porque esto conforma una vivencia íntima e individual de cada lector.
Este relato está envuelto en un ambiente que denomino de humor y sarcasmo, aunque el autor prefiere hablar de “choteo”(2) o de “jodedera-ficción”(3). Finalmente será usted quien establezca lo que se plantea en estas líneas llenas de expresiones que hablan de una cultura, de un gentilicio, de una manera de ver y sentir la vida.
La dualidad es una constante en esta novela: la vida o la muerte, la razón o el corazón, la alucinación o la realidad, la ficción o la verdad, lo material o lo inmaterial, el irse o el quedarse y siempre la duda y la incertidumbre o tal vez, “a pesar de todo”, un final del cual nadie puede escapar.
El espacio geográfico, donde tienen lugar los acontecimientos, es un pedazo de tierra que flota en el Atlántico, entre el golfo de Méjico y el prodigioso Mar Caribe. Un pedazo de tierra que se llama Cuba, un pedazo de tierra que, según el autor “muere y renace con cada naufragio”.
María Moreno.
(1 )Bolsa de guano o de tela con agarraderas que sirve para transportar comestibles y miserias.
(2)Capacidad que tienen los seres encarnados (y en especial los cubanos) de reírse de su propio infortunio.
(3)Género novelístico creado por el autor en el que la mayoría de los personajes trabajan con un fin único: reírse y defecarse en todas las leyes y regulaciones que crean los “afortunados” para oprimir y mantener en silencio a los “desafortunados”. Generalmente hay más de un personaje central, porque las cosas, tanto en lo material como en lo espiritual, no se pueden hacer individualmente. Aparecen en la novela el autor y el meta-autor y hay además de un narrador, un meta-narrador. En este caótico orden narrativo el tiempo es sólo una excusa, como también lo es el espacio que existe única y exclusivamente para poner un poco de orden en esta jodedera.