martes, 16 de enero de 2018

Enrique Vila-Matas: La biblioteca de la Travesera de Dalt







RIVERRUN

Riverrun. Cuando hablo a solas me gusta especialmente farfullar esa palabra, quizás porque con ella no pierdo la noción de encierro, de reclusión. Riverrun me suena a retiro, a meditación, pero también a curso de las cosas, a río de la vida, a río que me está conectando con el universo entero, como si la biblioteca de 21 libros que desde Madrid he trasladado a este cuarto turinés aspirara a ser el mundo. Acabo de pasar revista a mis libros para asegurarme de que no son 32, esa cifra que me remite a una hora para mí obsesiva y, sobre todo, peligrosa, las 3:20.

De haber transportado hasta aquí, sin darme cuenta, una biblioteca de 32 libros, ahora andaría inquieto pensando que estaba ante una especie de broma pesada del destino. Pero son 21, cifra alada que multiplicada por dos da el 42, el número de días que permaneció encerrado en su habitación, aquí en Turín, el autor de Viaje alrededor de mi cuarto.

Es sólo una casualidad que esta biblioteca portátil alcance exactamente la mitad del número de días que de Maistre tardó en escribir su libro. No lo es que vuelvan ahora a sonar los acordes tenebrosos de Bela Lugosi´s Dead, interpretados en esta ocasión por Tipperary Club. Y no lo es porque he dispuesto en mi iPod una sucesión muy pensada de versiones distintas de la canción. Es completamente casual, en cambio, que mi vida en estos momentos parezca transcurrir entre el conde Drácula y el conde de Maistre.







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