domingo, 25 de febrero de 2018

EL INFIERNO SEGÚN DANTE (Divina Comedia)






Acceden Dante y Virgilio, tras ser transportados a través de la laguna Estigia por el barquero Caronte, al infierno, en cuya puerta reza “!Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza¡”. Está compuesto por nueve círculos, en los que moran almas de pecadores que sufren en intensidad de acuerdo al cerco en el que se encuentran, más o menos próximo al final. En el umbral hallan a las almas de los que vivieron sin vicios ni virtudes, que son permanentemente zaheridos por insectos. En el primer círculo se encuentra el Limbo, compuesto por almas virtuosas que no fueron bautizadas, lugar en el que penan sin tormento. En el segundo círculo se encuentran las almas de los lujuriosos, que vagan erráticas azotadas eternamente por los vientos. En el tercero están las condenadas por el pecado de la gula, guardadas por el can Cerbero, que las aflige sin descanso, y moran en el fango, bajo una permanente lluvia fría. En el cuarto comparten sufrimiento los avaros y los derrochadores, que se ven impelidos a chocar entre sí eternamente. En el quinto encuentran a los irascibles, torturados por demonios crueles. En el sexto los herejes, obligados a permanecer en sepulcros de fuego situado a ras de suelo, destacando entre todos ellos el espíritu del papa Anastasio. En el séptimo, guardados por el Minotauro, los violentos, contra los demás, contra la propiedad y contra sí mismos. Estos viven entre las ramas de los árboles, sin poder salir de ellas, y sufren arañazos constantes, mientras que los otros son acosados por grandes lebreles, que les muerden y devoran para inmediatamente volver a ser perseguidos. En el octavo se encuentran los defraudadores y apenas hay distingos con los usureros, vecinos de los violentos contra la propiedad, la sociedad, la naturaleza y Dios. Este círculo está dividido en fosas concéntricas y en la primera se encuentran los estafadores y los seductores, torturados por demonios, en la segunda, aduladores y cortesanos, que viven entre basura, en la tercera los que comercian con las cosas sagradas, que permanecen boca abajo y con las cabezas lamidas por hogueras, en la cuarta están los adivinos, condenados a caminar hacia atrás y con la cabeza mirando hacia delante, en la quinta los prevaricadores y traficantes de favores, hundidos en aceite hirviendo y guardados por demonios coléricos que a veces caen en el aceite, tras discutir con odio entre ellos. En la sexta moran los hipócritas, que llevan unas capas de plomo de color dorado por fuera, en la séptima, los ladrones, mordidos por serpientes, en la octava, los malos consejeros, devorados por el fuego, en la novena los escandalosos y cismáticos, condenados a ser acuchillados por un demonio, siendo su máxima figura Mahoma, en la décima del octavo círculo, los charlatanes y mentirosos, que sufren de lepra. En el último círculo penan los traidores, distinguiéndose cuatro clases, la primera dominada por Caín, y todos hundidos en un lago helado. Después, en el Purgatorio, poblado de almas que caminan lentas, se encuentran los excomulgados, los que han esperado hasta el último instante de su agonía para arrepentirse y los que perecieron violentamente y pudieron orar antes de expirar. En el primer círculo, los soberbios y los orgullosos, en el segundo, los envidiosos, en el tercero los iracundos, en el cuarto los perezosos, en el quinto los avaros, en el sexto los condenados por gula y en el sexto los lujuriosos





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