jueves, 29 de marzo de 2018

ZOÉ, LA AMANTE DE TOMÁS BORGES, EL GENERAL SANDINISTA






La historia de Zoé Valdés pudo haber sido distinta. Muy diferente a esta que hoy se escribe de ella, terminados ya sus años de esfervescencia literaria y resumida su existencia a un apartamento en París, rodeada de gatos y esputando gases por la boca.
Cuando aún la musa revoleteaba alrededor de ella, en la época que era exhibida como gloria femenina de la buena política cultural de la incipiente Revolución cubana y viajaba por Europa en representación oficial, en compañías oficiales, y cenaba algún que otro domingo en casa de Raúl Castro, Zoé conoció al comandante sandinista Tomás Borges.
Su espíritu liberal, sus conocimientos de las artes y las letras, así cómo la lozanía de su piel, prendaron al nica.
Durante un tiempo sus relaciones fueron ocultas, pero luego para nuestra escolta se hizo habitual verla llegando “a la casa”.
Zoé, se hubiese marchado gustosa a Managua, pero luego de conocer París, sus planes ya eran otros. Pronto le tomó asco al viejo, muy viejo para su gusto y demasiado torpe.
“Lo único que me ata – dijo un día – es que el muy cabrón tiene la pinga grande; pero ya hasta a eso le tengo asco.”
Borges, enamorado, le propuso matrimonio a Zoé y la boda estuvo a punto de celebrarse, hasta el vestido fue encargado a París a sus espaldas. Se habían hecho las coordinaciones para que regresara en valija diplomática y todo, pero al comandante nicaraguense lo traicionaron los buenos deseos de unirse sentimentalmente con la cubanita.
Un día, tras un “error involuntario”, un error “de telenovela”, rompieron.
Tomás ese día envió dos ramos de flores. Uno para Zoé, y otro para otra mujer. La escolta confundió los ramos, y la que se formó fue la de San Quintín. Zoé no quiso saber más nada de él, ni de su traje, ni de su enorme pene, y mucho menos de su torpeza, y el desplante, le costó caro.
Relagada a un puesto de segunda, no acorde con su jerarquía, Zoé asumió la derrota con hidalguía, y acató en silencio, se mostró fiel y risueña durante años, hasta que un día, relajado ya el ambiente, y olvidado Borges de la choza cubana, ella escapó de la isla.
Años antes, en la época del auge de las luchas de liberación en Centroamérica, más específicamente en el Salvador, escribió este poema, donde resume todo: su espíritu revolucionario, el amor, la pasión por la libertad, a través de las guerrillas, y del sexo con un guerrillero del cual estuvo enamorada – o él de ella -, en la cual Zoé prestaba su nombre para una antología titulada “No me dan pena los burgueses vencidos”.
Poema para un país salvado
Diseminada la tierra
¿adónde han ido a parar tantos cadáveres?
Vuela el silencio en los ojos de un niño mensajero,
nunca vio a su padre ni a su hermano
y en el beso susurrante de la madre
va implícita una clave.
Desde hoy jugarás a hacerte el espantado,
te acompañaran direcciones y balas,
jugarás a la guerra, pero de verdad.
El Pacifico: fuego y mar.
En un libro de poemas un guerrillero encontró
fórmulas metafóricas de cómo hacer la paz,
el comunismo …
Junto al libro yacía la huella del poeta.
El guerrillero se llevó en su mochila a ese benévolo
huracán.
Y una muchacha se destroza las manos
con una bomba rabiosa.
Bien pudo llamarse Alma Nubia, pero se llama Libertad ·
y es salvadoreña
Martirizado el rio, quemada la montaña,
siempre quedará un grano de tierra y una gota de agua
para la pureza del comienzo.
Pensando en el continuo rumor de Centroamerica,
El Salvador respirará livianamente cuando la revolución
sea un suave silbido en el oido de sus muertos.






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