martes, 19 de junio de 2018

Rumanía en la Feria de Madrid


Artículo de Ramón Irigoyen publicado en “Diario de Navarra”
Rumanía fue este año el País Invitado de la 77ª Feria del Libro de Madrid. Y las numerosas actividades programadas por el Instituto Cultural Rumano, desde el jueves 24 de mayo,  hasta el 10 de junio, han sido como para atletas muy en forma. El jueves, 24 de mayo, el pianista Josu de Solaun y el violinista Alexandru Tomescu ofrecieron el concierto inaugural en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Al día siguiente, viernes, 25 de mayo, debía celebrarse la inauguración oficial de la Feria. Pero un viento muy simpático que venía con la clara intención de derribar árboles aconsejó aplazar la inauguración para los próximos años: 2019 o 2020. Fue un buen momento para recordar este verso – “ke maze ton na meletá la dendra” – (“y enséñale a estudiar los árboles”) – del poeta griego Yorgos Seferis, que, quizá contra la propia voluntad del poeta, nos advierte que los arbolitos creados por Dios pueden tener más peligro de lo que parece. El viernes 25 de mayo Mircea Cartarescu,  presentado por el gran periodista cultural Winston Manrique, pronunció la conferencia “La utopía de la lectura”. ¿Quién no piensa, de vez en cuando, en la extrema dificultad de leer? Otra conferencia, ese mismo viernes, sobre la Familia Real Rumana a cargo del historiador Filip Iorga con asistencia de Su Majestad Margareta, Custodia de la Corona Rumana, nos abrió una vía a la historia de Rumanía.
El sábado, 26 de mayo, la Tertulia – “Bucarest: una geografía literaria” – con Ioana Parvulescu, Gabriela Adamesteanu y Adina Popescu amplió la nómina de escritores rumanos – Eminescu, Vintila Horia y el filósofo  Cioran – que hasta ese día conocíamos en España.  Eminescu es el poeta rumano más conocido en el mundo hispánico. Vintila Horia fue un escritor célebre  en la España de  los años cuarenta, cincuenta y sesenta del pasado siglo. Era una máquina de publicar libros. Ganó en España un premio Nadal y en Francia fue galardonado con el premio Goncourt, al que tuvo que renunciar por su ideología ultraconservadora. A Cioran, residente en Francia y que escribió la mayor parte de su obra en francés y no en rumano, lo conocimos en España por las magníficas traducciones que de su obra hizo Fernando Savater.
En la presentación del libro El encuentro,  de Gabriela Adamesteanu, junto con la autora y el traductor, Joaquín Garrigós, intervino Mercedes Monmany, destacadísima conocedora de varias literaturas europeas.  
El miércoles, 6 de junio, tres escritoras rumanas que escriben en español intervinieron en el Pabellón de Rumanía: Elisabeta Botan, Corina Oproae y Alina Popescu. He leído el excelente  libro de poemas Mil y una muertes, de Corina Oproae, publicado por La Garúa. En el primer poema del libro Corina Oproae recordando a la madre ya muerta escribe: “Y hoy, ¿qué te diría / si te me aparecieras? / Que sueño con tus manos / tapándome los ojos / mientras  desando muda / caminos ya olvidados. / Que deletreo el miedo / en bosques muy cercanos….”
La ironía e incluso el sarcasmo como en el poema Anástasis emparentan la poesía de Corina Oproae con la de la polaca Wislawa Szymborska, a la que dedica el magnífico poema Diálogo con Wislawa Szymborska.
Quizá la primera noticia prejuvenil que tengo de Rumanía  fue, en una clase de latín de mi adolescencia, por  unos versos del poeta latino  Ovidio que sufrió destierro en Tomis, la actual Constanza rumana. “Cum subit illius tristissima noctis imago…” (“Cuando me viene la tristísima imagen de la noche…”), llora Ovidio en su Tristia rememorando la noche en que dejó Roma para ir al destierro en el Ponto Euxino.

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