sábado, 19 de diciembre de 2015

Those words were written by the painter Josef Albers









In school I had issues with structure. I wanted to study everything that involved words and images, which meant literature, art, language, philosophy, psychology and religion, among other subjects. Declaring a major was like self-censorship. The ivory tower felt tight. Street politics, travel and transcendental substances were all in my curriculum. What I was after was education as an open category, an end in itself, an adventure that “aimed at being something instead of at getting something.”











viernes, 18 de diciembre de 2015

Extracto de una carta de Rilke







Si su diario vivir le parece pobre, no lo culpe a él. Acúsese a sí mismo de no ser bastante poeta para lograr descubrir y atraerse sus riquezas. Pues, para un espíritu creador, no hay pobreza. Ni hay tampoco lugar alguno que le parezca pobre o le sea indiferente. Y aun cuando usted se hallara en una cárcel, cuyas paredes no dejasen trascender hasta sus sentidos ninguno de los ruidos del mundo, ¿no le quedaría todavía su infancia, esa riqueza preciosa y regia, ese camarín que guarda los tesoros del recuerdo? Vuelva su atención hacia ella. Intente hacer resurgir las inmersas sensaciones de ese vasto pasado. Así verá cómo su personalidad se afirma, cómo se ensancha su soledad convirtiéndose en penumbrosa morada, mientras discurre muy lejos el estrépito de los demás. Y si de este volverse hacia dentro, si de este sumergirse en su propio mundo, brotan luego unos versos, entonces ya no se le ocurrirá preguntar a nadie si son buenos. Tampoco procurará que las revistas se interesen por sus trabajos. Pues verá en ellos su más preciada y natural riqueza: trozo y voz de su propia vida. 
Una obra de arte es buena si ha nacido al impulso de una íntima necesidad. Precisamente en este su modo de engendrarse radica y estriba el único criterio válido para su enjuiciamiento: no hay ningún otro. Por eso, muy estimado señor, no he sabido darle otro consejo que éste: adentrarse en sí mismo y explorar las profundidades de donde mana su vida. En su venero hallará la respuesta cuando se pregunte si debe crear. Acéptela tal como suene. Sin tratar de buscarle varias y sutiles interpretaciones. Acaso resulte cierto que está llamado a ser poeta. Entonces cargue con este su destino; llévelo con su peso y su grandeza, sin preguntar nunca por el premio que pueda venir de fuera. Pues el hombre creador debe ser un mundo aparte, independiente, y hallarlo todo dentro de sí y en la naturaleza, a la que va unido. 
Pero tal vez, aun después de haberse sumergido en sí mismo y en su soledad, tenga usted que renunciar a ser poeta. (Basta, como ya queda dicho, sentir que se podría seguir viviendo sin escribir, para no permitirse el intentarlo siquiera.) Mas, aun así, este recogimiento que yo le pido no habrá sido inútil : en todo caso, su vida encontrará de ahí en adelante caminos propios. Que éstos sean buenos, ricos, amplios, es lo que yo le deseo más de cuanto puedan expresar mis palabras.

Con todo afecto y simpatía, 


Rainer Maria Rilke




jueves, 17 de diciembre de 2015

Nunca conoceremos a Rulfo, pero tampoco dejaremos de intentarlo






En 1974, en una entrevista en Caracas ante un auditorio lleno de estudiantes, Juan Rulfo dijo: “A Pedro Páramo yo le quité muchas páginas, como unas 100 páginas, pero después ni yo mismo lo entendí”. Este año se cumplen seis décadas de la publicación de su obra maestra y el enigma sobre el que bromeaba el genio mexicano, fallecido en 1986, sigue vigente. En Pedro Páramo, 60 años, editado por RM y la Fundación Juan Rulfo, 18 académicos ensayan nuevas perspectivas de análisis sobre un libro tan sucinto como inagotable.
Se ha ligado la complejidad de Rulfo a su infancia (huérfano a los diez, enviado por sus abuelos a un internado) o directamente “a un don”, “a un puro milagro”. Pero él dejó dicho, según cita uno de los estudiosos, que lo decisivo en su formación fue tener acceso a la biblioteca del cura de su pueblo, Ireneo Monroy, quien se llevaba libros de las casas con la excusa de ver si estaban permitidos, “pero lo que hacía en realidad era quedarse con ellos”. “Las novelas de Alejandro Dumas, las de Víctor Hugo, Dick Turpin, Buffalo Bill, Sitting Bull”.
La erudición es una de las explicaciones de la profundidad de Rulfo. En los años cuarenta estudió tanto a Rainer Maria Rilke que transcribió de puño y letra partes de sus Elegías de Duino. En el libro se apunta una especial relación con Melodía del amor y muerte del corneta Cristóbal Rilke, cuyo “Cabalgar, cabalgar, cabalgar. Durante el día, durante la noche, durante el día”, recuerda en Pedro Páramo a “Los caños borbotaban, hacían espuma, cansados de trabajar durante el día, durante la noche, durante el día”.
Pedro Páramo es un relato rural en el que hablan los muertos. Un ensayista menciona la “aparente paradoja de su realismo e irrealismo a la vez”. Otro, que no se puede leer “como historia de fantasmas o, de manera un tanto más neutral, siquiera como relato fantástico”. La breve obra, unas 100 o 150 páginas según la edición, es un pozo conceptual y una mina abierta de belleza. En uno de los textos se define al prosista Rulfo como “el poeta mexicano más importante del siglo XX”, entre otras cosas por la materialidad sonora de su escritura: “La cama era de otate cubierta con costales que olían a orines, como si nunca los hubieran oreado al sol”. Una académica recalca el uso del “como si”. “Como si estuviera abandonado”. “Como si no existiera”. “Como si no tuviera sangre”. “Como si escuchara algún rumor lejano”. “Como si estuviera viendo saltar cabras”.
En otro texto se habla de la sutil violencia verbal de la obra. Como este diálogo entre Juan Preciado y el arriero Abundio Martínez:
"El caso es que nuestras madres nos malparieron en un petate aunque éramos hijos de Pedro Páramo. Y lo más chistoso es que él nos llevó a bautizar. Con usted debe haber pasado lo mismo, ¿no?
–No me acuerdo.
–¡Váyase usted mucho al carajo!
–¿Qué dice usted?
–Que ya estamos llegando, señor".
Otro aspecto llamativo de la obra es la ausencia de personajes indígenas. Sólo aparecen una vez, cuando bajan a Comala a vender sus hierbas. “Los indios llegan bajo la lluvia y se van bajo la lluvia”, dice el ensayista que aborda el tema. Rulfo sólo escribió tres libros en toda su carrera, en los años cincuenta, y el resto de su vida lo dedicó al Instituto Nacional Indigenista, donde se encargó de editar una de las colecciones más importantes de antropología contemporánea y antigua de México, pese a que nunca escribió sobre los indios. “Su mentalidad es muy difícil de penetrar”, dijo. Rulfo no fue capaz de conocer a los indios. Los estudiosos tampoco llegarán a conocer a Rulfo, aunque seguirán intentándolo.

martes, 15 de diciembre de 2015

Blaise Cendrars - Moravagine, 1926 (Amedeo Modigliani - ritratto di Blaise Cendrars, 1917)







L'amour est masochiste. Ces cris, ces plaintes, ces douces alarmes, cet état d'angoisse des amants, cet état d'attente, cette souffrance latente, sous-entendue, à peine exprimée, ces mille inquiétudes au sujet de l'absence de l'être aimé, cette fuite du temps, ces susceptibilités, ces sautes d'humeur, ces rêvasseries, ces enfantillages, cette torture morale où la vanité et l'amour-propre sont en jeu, l'honneur, l'éducation, la pudeur, ces hauts et ces bas du tonus nerveux, ces écarts de l'imagination, ce fétichisme, cette précision cruelle des sens qui fouaillent et qui fouillent, cette chute, cette prostration, cette abdication, cet avilissement, cette perte et cette reprise perpétuelle de la personnalité, ces bégaiements, ces mots, ces phrases, cet emploi du diminutif, cette familiarité, ces hésitations dans les attouchements, ce tremblement épileptique, ces rechutes successives et multipliées, cette passion de plus en plus troublée, orageuse et dont les ravages vont progressant, jusqu'à la complète inhibition, la complète annihilation de l'âme, jusqu'à l'atonie des sens, jusqu'à l'épuisement de la moelle, au vide du cerveau, jusqu'à la sécheresse du cœur, ce besoin d'anéantissement, de destruction, de mutilation, ce besoin d'effusion, d'adoration, de mysticisme, cet inassouvissement qui a recours à l'hyperirritabilité des muqueuses, aux errances du goût, aux désordres vaso-moteurs ou périphériques et qui fait appel à la jalousie et à la vengeance, aux crimes, aux mensonges, aux trahisons, cette idolâtrie, cette mélancolie incurable, cette apathie, cette profonde misère morale, ce doute définitif et navrant, ce désespoir, tous ces stigmates ne sont-ils point les symptômes mêmes de l'amour d'après lesquels on peut diagnostiquer, puis tracer d'une main sûre le tableau clinique du masochisme?










Score for Sharing Negativity (Carte blanche for brutal honesty.)














Express—in the most honest possible way and without trying to be clever—negative thoughts about the situation that you are in:

Insecurities, doubts, frustrations, problems, fears, existential crises, negative qualities that often are not expressed, those hidden thoughts that you would usually dare not say, that which you feel uncomfortable about saying publicly, including difficult issues that have to do with money and work conditions…

Try to mold those strange feelings into words; even if this means being very critical of your peers and the situation that you are part of.

In fact be as critical as possible.

It doesn’t matter if you are unsure or if you don't know exactly what to say. Just follow your negative train of thought.

Don’t prepare beforehand. 
Take your time.

You can express these thoughts under your own name, a pseudonym, or without a name.

Record these thoughts and make them public.1





1  This score is written by Mattin and collectively edited by the Casco team and contributors to the exhibition and study program We Are the Time Machines: Time and Tools for Commoning in Utrecht.The first performance takes place at the opening, 14 November, 15:00 hrs and it will last till the end of the exhibition on 13 March 2016. The recorded audio file will be updated weekly and uploaded to www.archive.org. It will also be available via Casco’s website: http://cascoprojects.org/. Both the score and the recorded material are anti-copyright. Anybody can do anything they want with this material.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Rosa Montero













Amigos, aquí podéis descargar un libro mío gratis. Es mi regalo de Navidad para todos vosotros. Un beso enorme 
















IDEA DE LA CENIZA


Fragmentos intelectuales de una ofrenda amorosa
A José Luis Brea, In memoriam
Ciégate para siempre:
también la eternidad está llena de ojos–
allí
se ahoga lo que hizo caminar a las imágenes
al término en que han aparecido,
allí
se extingue lo que del lenguaje
también te ha retirado con un gesto,
lo que dejabas iniciarse como
la danza de dos palabras sólo hechas
de otoño y seda y nada.
Paul Celan
(Versión de José Ángel Valente)
“La soledad de la escritura —nos dice Marguerite Duras en su pequeño (más correcto sería decir “frágil”) ensayo Escribir— es una soledad sin la que el escribir no se produce, o se fragmenta exangüe de buscar qué seguir escribiendo”. Es probable que este aislamiento autoimpuesto no obedezca tanto, o no se refiera, a un enclaustramiento social y relacional como a la necesidad de volver a habitar, y colonizar de nuevo con familiares y queridas voces, un conocido territorio de convivencia compartida. La soledad, entonces, y así entendida, es menos el cerrado universo de un “egoísmo de la creación” como la necesaria transfiguración de un tiempo que fue en un espacio que se manifiesta en presente, gracias a la alquimia que únicamente la creación artística es capaz de idear y formalizar.
No andaríamos lejos, ciertamente, de retomar, por evocación, el díctum de Jorge Semprún al titular una de sus más famosas ficciones como La escritura o la vida, si bien en la obra que aquí estamos comentando, y que aún no hemos revelado título y autor, no se trataría de la afilada separación entre escribir y ser como en la asumida y necesaria manifestación de “la escritura y la vida”. La mejor escritura es siempre una acción revolucionara, pues se enfrenta a la necesidad de iluminar lo desconocido que uno, al escribir, lleva en sí mismo. Cuanto más necesario (y peligroso), por descontado, puede resultar el acto de escribir que se exige iluminar una verdad vivida y compartida que sucedió en un corto y muy intenso espacio de tiempo. Verdad que fue (de nuevo es a través de la escritura) amorosa en su más noble discurso, sentimental en su más sincera apreciación, intelectual en su calidad de revuelta y subversión. Sirva, pues, este pequeño prólogo para iniciar el comentario de Idea de la ceniza, la obra de la escritora María Virginia Jaua, recientemente publicada por la editorial Periférica.
Sería demasiado cómodo (diría más: abusivo por parte del o de los comentadores) expresar que Idea de la ceniza es una catarsis intelectual sobre el duelo como acción devastadora en toda experiencia de vida. Por supuesto que así es, y en ello insisten estas estremecedoras páginas, pero la solvencia del discurso de MVJ consigue que ese duelo lleve incorporado su propio antídoto, como si dolor y felicidad fueran un Jano bifronte, ese dios de la mitología romana que, muy oportunamente para lo que estamos comentando, es el dios de las puertas, los comienzos y los finales. En Idea de la ceniza hay muchos pórticos que se abren de la manera más inesperada, y comienzos inesperados al otro lado del atlántico, y finales (en plural: no existe un único final) aún más impensados o insospechados, pero que a su vez ese final de una vida humana muy rica en afectos y efectos (final sin duda abierto, intelectualmente hablando) es lo que ha permitido la existencia física de una obra tan hermosa y de tan complicada definición o catalogación como Idea…, pues como muy bien ha sabido explicar la autora en una entrevista de prensa, “la pérdida es muy dolorosa, pero no menos bello y necesario es lo que queda de esa ausencia”.
Por ello resulta muy importante insistir en que este libro es un discurso sobre el duelo (imposible negarlo), pero no menos justo y apropiado resulta su apreciación en tanto que discurso sobre el Amor —sirva la mayúscula como generosa abstracción de tan vasto y común sentimiento, y más allá de nominales particularismos privados—. Y el Deseo…, un deseo que se vive feliz y fatalmente en presente, expresado con el educado y respetuoso estilo libre indirecto, toda vez que el ser que escribe, el solitario de la Duras, introduce en la voz del narrador enunciados propios de un personaje que al mismo tiempos es y no es real, que se reconocen mediante marcas y signos que descartan la vinculación de ese registro del lenguaje o punto de vista con el narrador.
Para hacer un poco más comprensible este último apunte vamos a servirnos de un ejemplo y de un autor, Roland Barthes, que están muy presentes en Idea… En Fragmentos de un discurso amoroso, ensayo que conviene no olvidar que en esencia se trata de un discurso sobre el duelo, y refiriendo al Deseo, leemos: “Sin embargo, cuanto más experimento la especificad de mi deseo, menos la puedo nombrar; a la precisión del enfoque corresponde un temblor del nombre; la propiedad del deseo no puede producir sino una impropiedad del enunciado”. Qué bella y certera expresión, el temblor del nombre, el mismo que los más próximos lectores de Idea… sabemos quién es, pero que al igual que la autora/amada tampoco nosotros nos atrevemos a escribirlo, como si su hacedora quisiera, muy generosamente, hacernos partícipes de ese temor y temblor. Por supuesto, aquí se nos aparece, lo esperábamos, un “fracaso del lenguaje”, que no sería otra realidad que ese “resto” que toda ausencia deja, cual dorada ceniza, como signo indestructible, como señal inmortal, como cifra y contraseña de aquello que ahora es “polvo enamorado” y suerte inmensa que tenemos de saber que los clásicos siempre vendrán en nuestra ayuda.
Idea de la ceniza es, apropiándonos descaradamente del feliz título de una obra de Jean-Luc Nancy, un “ser singular plural”. A lo largo de sus páginas está siempre presente una tan bella como bizarra idea de “comunidad”, concepto, por otra parte, muy presente en el discurso estético/filosófico, en vida, de quien ahora es enamorada ceniza. Existe un bello verso de Hölderlin que nos puede asistir muy bien, y como únicamente la poesía es capaz de lograrlo, para mejor comprender(nos) en lo que pretendemos decir. Es el siguiente: “Es bueno sostenerse sobre otros. Porque nadie lleva en soledad la vida”. Es verdad, ni siquiera el que se recluye para escribir la soledad habitada de la pérdida. Esta idea de “comunidad” que entre las páginas de Idea… se nos hace tan visible, y que queda suspendida como esa delicada e imperceptible lluvia dorada que tienen los majestuosos viejos retratados por Rembrandt, sería algo así como lo que el mismo Nancy define, preguntándose: “¿Cómo hacernos pensar juntos, lo que sin embargo estamos haciendo, estemos o no ‘de acuerdo’? ¿Cómo estamos nosotros, el uno o la una con el otro? Lo que quiere decir: ¿qué hay de nuestra comunicación, de este libro, por tanto, de sus frases, y del conjunto de la situación que les da mayor o menor sentido?”.
En buena parte las respuestas a estos interrogantes se encuentran dentro de Idea de la ceniza, por eso estoy convencido de que este libro inclasificable es más, mucho más, que un discurso de y sobre el duelo. De alguna manera en estas páginas están cifradas, con la ayuda de la prosa rigurosa y limpia que utiliza María Virginia Jaua, no pocas de las preocupaciones intelectuales y filosóficas que ocuparon el tiempo creativo del ser amado. ¿Acaso puede haber un duelo más gozoso que aquel que a través de la escritura rinde homenaje a quien fue amante y maestro?

Lettre de Paul Eluard à Gala

16 janvier 1930






Ma Gala étincelante,
Me voici revenu. J’attends Keller à 2h30. J’espère que ça va marcher et que je pourrai te rejoindre. Je suis terriblement énervé. J’ai tant envie de toi. J’en deviens fou. Je meurs à l’idée de te retrouver, de te voir, de t’embrasser. Je veux que ta main, ta bouche, ton sexe ne quittent mon sexe.
Nous nous branlerons dans la rue, dans les cinémas, la fenêtre ouverte. Ce matin je me suis magnifiquement branlé en pensant à toi. Et mon imagination n’est pas lasse.
Je te vois partout, en tout, sur tout. Je t’aime à en mourir. Ton sexe couvre mon visage, il mange le mien, il me couvre de ta beauté, il couvre toute de ta beauté, de ton génie. Tout est beau en toi : tes yeux, ta bouche, tes cheveux, tes seins, tes poils, tes fesses, ton sexe, tes jambes, ton sexe, tes mains qui ne lâchent plus ce qu’elles branlent, cet espace qui est entre tes cuisses, près de ton sexe, tes épaules.
Je me saoule de penser à chaque partie de ton corps. Et tout ce que tu fais me grise, me terrifie, me torture, me ravit, tout ce que tu fais est parfait.
Si cette affaire se fait, je partirai demain soir pour être à Marseille samedi matin. J’irai à l’Hôtel Bristol et j’espère que tu m’y rejoindras aussitôt. Char est à Marseille. J’espère le voir.
J’attends Keller.
C’est réussi : 29 800.
Très bien. Je partirai demain soir.
Amitiés à Dali.
Je t’adore.
Paul