jueves, 8 de octubre de 2020
JESÚS FERRERO: CIELOS E INFIERNOS
Mi madre y yo nunca olvidaremos
el día en que la Academia Sueca
tuvo finalmente
la dignidad y el acierto
de darle el Premio Nobel
de Literatura a Homero.
Los griegos se lo agradecen
y se lo agradecemos todos
los habitantes de la Tierra.
Mi madre vio la primera luz en Quíos
donde es sabido que nació
el poeta más grande de todos los tiempos.
Siempre recordaré las lagrimas de mi madre,
y mis propias lágrimas cuando Homero,
indescriptiblemente viejo,
mas viejo que los troyanos y los aqueos,
más viejo que el invierno
y casi más viejo que Dios,
recibió el galardón de manos del rey sueco.
El poeta derramó las lágrimas
más gratas de su vida
y con voz temblorosa dijo:
He dejado en la memoria
de los hombres un clamor
que no cesa con los siglos.
Hablé de odio y del amor
y he sido a mi manera
amable, cálido y profundo.
He buscado una patria
pero nunca pude hallarla
porque mi patria es el mundo.