sábado, 16 de junio de 2018

Locos por publicar


Un magnífico correo literario reúne las irónicas contestaciones de la gran escritora polaca Wislawa Szymborska a quienes envíaban sus engendros a la revista 'Vida Literaria'

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“¿Por qué, en sus poemas, Isis deambula por los caifases del patio? ¿Por qué Napoleón cae atravesado por una lanza? ¿Por qué una columna revienta por el hervor, y la fuga derrama sangre sobre fragmentos de espera?”. No es fácil contestar a estas preguntas, seguramente precedidas por un temblor tan trágico como los personajes invocados en ellas. Yo no sabría qué decir si me las hicieran en medio de la noche, y tendería a pensar que o bien estoy frente a un loco de atar, o bien ante un profeta lleno de furor sagrado. Algo parecido observa Wislawa Szymborska en una de las cartas incluidas en este magnífico correo literario, donde la gran escritora polaca contesta con ironía a los diletantes que envían sus engendros a la revista Vida Literaria. Nos hallamos ante un libro que tendría que ser preceptivo en todos los talleres literarios, pues se trata del mejor catálogo que he leído en mi vida sobre todos los vicios, cursilerías, simplezas y desmesuras que suelen caracterizar los textos de los aficionados a la literatura. Algunos de los creadores son tan ambiciosos en sus presupuestos que Szymborska se ve obligada a aconsejarles no encargar todavía un frac ni reservar billetes para Estocolmo. Hay tiempo para eso, de momento parece más urgente evitar los poemas sobre la primavera, evitar que en los relatos policiacos sea el muerto el que señale al culpable levantándose del ataúd y no fiarse demasiado de las musas, “que son unas histéricas”. Varias ideas matrices circulan a lo largo de esta comedia humana por la que todos hemos pasado alguna vez: la más recurrente es el talento, que o se tiene o no se tiene. Talento para escribir y para leer, a no ser que decidamos invertir temerariamente el proceso y comencemos a escribir antes de haber leído un solo libro valioso. Correo literario no tiene desperdicio y transmite con ironía y distancia el verdadero pensamiento de Szymborska. El arte literario no es un juego ni un camino recto y llano. “Así pues, esto es el Himalaya”, como dijo nuestra autora en un ácido poema no en vano titulado Notas de una expedición no realizada al Himalaya.



Detesto los libros de memorias, Roberto Bolaño




La relación entre autobiografía y literatura me parece casual: hay escritores que llevaron vidas de aventureros y otros que no salieron nunca de sus aldeas o de sus casas, o más concretamente de sus castillos, y cada escritor escribe como buenamente puede y lo dejan. Salgari, por ejemplo, construyó Asia, y no sólo Malasia, a imagen y semejanza de su deseo, y no salió nunca de Turín o Milán, ya no me acuerdo. Raymond Russell, por su parte, viajó por todo el mundo, pero sus viajes fueron un simple "pretexto de movilidad", pues no le interesaba absolutamente nada de aquellos lugares que visitó. Balzac era monárquico y sus obras son profundamente republicanas: he ahí un viaje alucinante. Stendhal tuvo una vida de novela, pero está escasamente reflejada en sus obras, en donde está interesado por otras vidas de novelas, mas no por la suya. En Latinoamérica, creo yo que el escritor más autobiográfico de todos es, contra lo que la gente suele creer, Borges. En fin, da lo mismo si los fantasmas salen de la realidad o de la cabeza. Lo que importa es la biblioteca. Por otra parte, detesto, con algunas excepciones, como la de Saint-Simon o los recuerdos infantiles de Perec, los libros de memorias. Los libros de memorias suelen ser grandilocuentes, a veces desde el título mismo; piense, si no, en Confieso que he vivido, un título estúpido donde los haya, pues nadie, ni el torturador más necio, tratará de hacer confesar a alguien que ha vivido. Una respuesta tonta para una pregunta inexistente. Las letras hispanoamericanas, o aquello que con autosuficiencia de imbéciles llamamos letras hispanoamericanas, están llenas de libros de memorias, escritos, en su mayoría, por gente bien ignorante o bien aburrida. En realidad, los únicos a los que se les debería permitir escribir libros de memorias es a los aventureros sangrientos, a las actrices de cine porno, a los grandes detectives, a los traficantes de drogas, a los mendigos.

Roberto Bolaño
Entrevista en el diario El Mercurio
Santiago de Chile, 18 de abril de 2003