jueves, 2 de diciembre de 2021

El deseo de escribir algo, Juan José Saer por calledelorco






Por el gusto de escribir algo: después de muchos día de silencio escritural me ha asaltado en el baño, mientras me lavaba las manos, antes de irme a acostar, el deseo de estar, a la luz de a lámpara, escribiendo. Deseo de escribir; no de decir algo. Pero deseo, también, de escribir en tanto que escritor: sin que ninguna razón, como no sea el deseo de estar a la luz de la lámpara, escribiendo, haya motivado mi acto. Mecerme en el equilibrio infrecuente y perecedero de la mano que va deslizándose de izquierda a derecha, oyendo los rasguidos de la pluma sobre la hoja del cuaderno, victorioso por haber comprendido por fin que el deseo de escribir es un estado independiente de toda razón y de todo saber, liberado de toda exigencia de estructura, de estilo o de calidad, y lleno del silencioso clamor de las palabras que no son de nadie, que nadie puede acumular ni guardar para sí –la voz del mundo y de cada uno que resuena a través de mí en la noche apacible–. Cada vez que este deseo me viene, trae consigo la validez del universo entero y la de esa partícula sin nombre del universo que soy yo mismo.

Juan José Saer
Papeles de trabajo, Borradores inéditos
Editorial: Seix Barral





lunes, 29 de noviembre de 2021

“Gracias, Almudena”, de los lectores

Pablo Ximénez de Sandoval


Almudena Grandes, con sus lectores en la Feria del Libro de Madrid en 2009.

Almudena Grandes, con sus lectores en la Feria del Libro de Madrid en 2009. / CRISTÓBAL MANUEL

Manuel I. Lalín, librero de O Carballiño (Ourense), se fue con su pareja hasta la Feria del Libro de Madrid en 2016 e hizo la cola para poder conocer a su admirada Almudena Grandes. Estuvo 20 minutos con ella, se dieron abrazos y se llevaron libros dedicados. “Poco más puedo decir. Mientras la emoción me aprieta y arrebata por dentro”, escribe este lunes. Lo cuenta hoy en una carta al periódico. Isabel Lorenzo, profesora de instituto de Madrid, la vio un día por la calle Churruca. En otra ocasión, ella le firmó Inés y la alegría. Y en la noche del 15-M pudo intercambiar unas palabras con la escritora. “Tus lectores te vamos a echar infinitamente de menos”, escribe. Guillermo Piquero Jiménez, de Avilés, se presenta como “humilde lector” y dice: “Como miles que hoy estarán desolados, quiero darle las gracias por su brillante legado literario”. Y José Francisco Tomás Bernal, de Elche (Alicante), escribe: “Dejas huérfanos a miles de lectores, y a mí, con las ganas de darte un beso, un abrazo, agradecerte que me hicieras sentir. No te conocí personalmente, pero a través de tus palabras siento que sí lo hice un poquito. Gracias, Almudena”.

Son unos pocos ejemplos de las cartas que los lectores de Almudena Grandes han enviado a la redacción. La escritora falleció el sábado 27 de noviembre víctima de un cáncer. Había anunciado su enfermedad a los lectores a principios de octubre en su columna fija de El País Semanal: “Todo empezó hace poco más de un año. Revisión rutinaria, tumor maligno, buen pronóstico y a pelear”. Su muerte apenas mes y medio después deja un vacío inmenso en la literatura contemporánea española y en las páginas de EL PAÍS, donde colaboraba regularmente (todas sus columnas están en este enlace). En este boletín recogemos hoy, aparte de las cartas emocionadas de sus lectores, algunos de los artículos con los que sus amigos y compañeros de profesión han despedido a Almudena Grandes estos días:

Marta Sanz escribe Almudena: “Aún no puedo creer esto que nos ha sucedido ni sé medir la dimensión de esta pérdida, pero estoy segura de que a ella le habría gustado vernos felices”.

Felipe Benítez Reyes escribe Almudena Grandes: nuestra Almu: “Lo mismo remataba una novela memorable que improvisaba en su casa, en un abrir y cerrar de ojos, una comida para una multitud, por la simple celebración del estar juntos”.

Juan Cruz escribe Una historia de amor: “Almudena Grandes le dio literatura al periodo más grave y delicado del siglo XX”.

Pepa Bueno escribe Almudena Grandes: compartir la alegría: “Si Almudena te quería tenías la impresión de estar a salvo. Su afecto era algo casi material que se levantaba ante ti como un muro que te protegía de las inclemencias de la vida”.

Lola Pons escribe Almudena es nombre de novela: “Aterrizo aquí un lunes sobrecogida por el doloroso hueco que deja la escritora madrileña. Para mí, su nombre sonaba al aire fresco y vital de Rota y su escritura me removía como una ventolera”.