El verdadero inspirado nunca está inspirado, lo está siempre. Raymond Queneau
No esperar de los acontecimientos de mi vida real —la compra de una vieja casa y su restauración, una enfermedad, etc.— la materia de una novela, sino proyectar sobre lo cotidiano que me rodea la cuadrícula de mi escritura.
No separar la escritura de la vida.
No arrebatarle a la vida mundana los pocos minutos cotidianos necesarios para mi genio, sino hacer coincidir lo más estrechamente posible mi trabajo (escribir) y mi libertad (escribir).
Nuestra escritura se forma en el movimiento de los escritores que descubrimos. Su constelación única configura un puzle del que nosotros somos, en cierto modo, la pieza faltante.
La palabra que me parece más justa cuando me esfuerzo por definirme y definir el trabajo que realizo no es novelista, ni siquiera escritor, sino hombre de letras: un hombre cuyo trabajo tiene por objeto las letras, el alfabeto. Mi labor no se hace con ideas, sentimientos, imágenes.
Georges Perec
Notas sobre lo que busco, 1978
Entretiens, conférences, textes rares, inédits