sábado, 29 de septiembre de 2018

Sospecho que Cervantes tenía un oído infatigable, Harold Bloom






En una ocasión observé que Shakespeare nos enseña a hablarnos a nosotros mismos, mientras Cervantes instruye sobre cómo hablar los unos con los otros.
Harold Bloom
Por más que discutan a menudo a menudo, don Quijote y Sancho siempre se reconcilian y nunca flaquean en cuanto a afecto mútuo, lealtad y equilibrio entre la gran insensatez del caballero y la sabiduría admirable de su escudero. En Shakespeare (¿como en la vida?) todos tienen dificultades para escucharse unos a otros. El rey Lear apenas escucha a nadie, y Antonio y Cleopatra (a veces hasta extremos cómicos) son incapaces de prestarse atención. Shakespeare debe de haber tenido un don sobrenatural para escuchar, en especial cuando estaba con Ben Jonson, que hablaba por los codos. Uno sospecha que Cervantes tenía un oído infatigable.
Aunque en el Quijote pasa prácticamente todo lo que puede pasar, lo que más importa son las conversaciones que Sancho y el Quijote mantienen sin cesar. Abran el libro al azar y es muy probable que se encuentren en medio de uno de esos intercambios, malhumorado o burlón, pero, en el fondo, siempre afectuoso y fundado en el respeto mutuo. Aun en los momentos más feroces, ambos muestran una cortesía inquebrantable, y escuchándose aprenden constantemente. Escuchar los cambia.
Podemos establecer, creo, el principio de que el cambio, ese ahondamiento e internalización del sí mismo, es absolutamente antitético si comparamos a Shakespeare con Cervantes. Sancho y don Quijote desarrollan y mejoran sus personalidades escuchándose el uno al otro; Falstaff y Hamlet llevan a cabo el mismo proceso escuchándose a sí mismos. Los novelistas mayores de Occidente deben tanto a Shakespeare como a Cervantes. El Ahab de Melville, protagonista de Moby Dick, no tiene un Sancho; está tan aislado como Hamlet o Macbeth. Tampoco lo tiene Emma Bovary, quijotesca por lo demás, y en última instancia muere de tanto escucharse a sí misma. El hallazgo de un Sancho en Jim salva a Huckleberry Finn de marchitarse gloriosamente en el aire de la soledad. Si tomamos a Dostoievski, el Raskolnikov de Crimen y Castigo se enfrenta con lo que podría definirse como un anti-Sancho en la figura del nihilista Svidrigailov; y el príncipe Mishkin de El idiota debe mucho a la noble "locura" del Quijote. Mann, muy consciente de la deuda, repite deliberadamente el homenaje que rindieran a Cervantes tanto el poeta Goethe como Sigmund Freud.




martes, 25 de septiembre de 2018

Reseña de "Un archivo de sentimientos.Trauma, sexualidad y culturas públicas lesbianas" de Ann Cvetkovich por Eduardo Nabal



Ann Cvetkovich es una superviviente y una activista sin pelos en la lengua, una mujer que ha convertido sus heridas íntimas en ríos de sabiduría y senderos a explorar. También se ha adentrado en los caminos del lesbianismo, desde el feminismo o la óptica y la teoría y la práctica queer, como forma de enfocar de forma distinta a la estandarizada o victimizadora de cosas como los abusos sexuales en la infancia o el estigma por el autoreconicimiento público de su verdadera identidad sexual en una sociedad heteropatriarcal de forma cambiante. El trauma o la herida psíquica puede ser abordada desde el feminismo, la teoría sobre la raza y la teoría queer más allá de los grandes dogmas psiquiátricos, o los absolutismos occidentales y a la vez ser atravesado y re-interpretado por todas estas nuevas formas de hacer política, privada y pública.  
"Un archivo de sentimientos.Trauma, sexualidad y culturas públicas lesbianas" de Ann Cvetkovich

Cvetrkovich es considerada una de las voces más innovadoras en el ensayo feminista, radical  y post-stonewall y narra con sumo detalle experiencias poco tenidas en cuenta como la importancia de las coaliciones feministas y lésbicas en grupos de activismo contra el Sida como Act-Up, en Nueva York (entrevistando a distintas mujeres que lucharon, sufrieron y se unieron en la época) y en las distintas formas de vivir la diaspora transnacional con su doble identidad de migrante y lesbiana sacudida por cambios sociales que relata con el legado de autoras y autores como Cherrie Moraga, Michel Foucault, Dorothy Allison u otras mujeres pertenecientes a subculturas y lugares de diferentes continentes que han logrado articular una voz política convirtiendo el trauma o el estigma en una posición política de combate y transformación social. También han hecho de la sexualidad lésbica un particular campo de exploración de sus fantasías recomponiendo y deshaciendo fantasías. Su relectura del trauma como espacio de posibilidad de creación de nuevas sexualidades no es una afirmación absoluta pero la autora plantea más interrogantes que soluciones. 

Las subculturas lesbianas y queer le sirven de campo de análisis y exploración del “trauma” convertido en un elemento dislocado de los parámetros habituales o clínicos, situado en espacios donde se da una gran diversidad sexo-afectiva, y la superación o integración del pasado-presente. Vinculado al estres-postraumático producido por la guerra o la violencia el trauma sexual nunca debe quedarse bajo los parámetros de la clínica y elimina las manifestaciones de patriotismo vinculadas a diferentes contiendas bélicas como ejemplo paralelo de las formas que tiene el discurso médico de capitalizar el dolor psíquico.

Analiza los esquemas de las bolleras butch/femme y sus muchos matices pero también la búsqueda de apoyo emocional, la narrativa de las experiencias íntimas  en la que surge empatía y solidaridad hacia otras mujeres de diferente origen, situación social, procedencia geográfica y trayectoria personal y política.  Ejemplos como un análisis crítico la película sobre transfobia “Boys dont cry” o sus diferentes vivencias en los grupos de lesbianas en transformación le sirven para cuestionar no solo los universales de género o sexo/género sino para construir un mapa con el que facilitar la supervivencia a diferentes formas de sexismo, nacionalismo, militarismo, racismo o transfobia. Traducido al castellano por Javier Sáez estamos ante uno de los libros más importantes del activismo y el pensamiento feminista, lesbiano y queer recientes.


Reseña de "Un archivo de sentimientos.Trauma, sexualidad y culturas públicas lesbianas" de Ann Cvetkovich por Eduardo Nabal.

"Un archivo de sentimientos.Trauma, sexualidad y culturas públicas lesbianas". Edicions BellaterraTraductor: Javier Sáez

BLOG DE JESÚS FERRERO: CIELOS E INFIERNOS




Ir llorando por el camino de la verdad 
tiene menos mérito que ir sonriendo”
-Ramón Eder, Ironías-

¿Por qué no podemos plantearnos un saber alegre? 

¿Por qué adoptamos una actitud trágica ante el drama del saber y al referirnos a él lo relacionamos que el sufrimiento y hasta con la desesperación? ¿Porqué su camino no tiene fin? Tampoco tiene fin la ignorancia, y la ignorancia sí que es un precipicio lleno de agujeros negros. 

Al fin y al cabo el único puente que nos tiende el abismo es el conocimiento, y sólo a través del conocimiento el abismo empieza a esclarecer algunos de sus misterios. Pero ese esclarecimiento no tendría que ser visto como una horrible bajada a los infiernos del que nadie puede regresar riéndose. ¿Ni siquiera de sí mismo? 

Pero recapacitemos. ¿Por qué se describe tan a menudo el camino del saber como un viaje muy doloroso y en buena medida inútil, algo parecido a un sendero lleno de zarzas y sepulcros? ¿Para apartarnos de él? 

Los que lo han podido experimentar, saben el placer que da entregarse al pensamiento, fuera de los horarios y los trabajos ordinarios, especulando sobre los hechos de la vida cotidiana y los hechos de la historia casi al mismo tiempo, adentrándose en el misterio del hombre y sus contradicciones… No es un camino de dolor: nunca lo ha sido. Es una camino lleno de emocionantes sorpresas, lleno de fuego y de deseo, que te obliga a descender al infierno para casi al mismo tiempo elevarte al cielo.

Nada hay más placentero que permanecer días enteros en las moradas filosóficas.

André-Gide Le temps qui passe





Le temps s'est écoulé comme une rivière , je ne l'ai pas vu passer !
" J'ai compté mes années et j'ai découvert que j'ai moins de temps à vivre ici que je n'en ai déjà vécu.
Je n'ai désormais pas le temps pour des réunions interminables, où on discute de statuts, de règles, de procédures et de règles internes, sachant qu'il ne se combinera rien...
Je n'ai pas le temps de supporter des gens absurdes qui, en dépit de leur âge, n'ont pas grandi.
Je n'ai pas le temps de négocier avec la médiocrité. Je ne veux pas être dans des réunions où les gens et leur ego défilent.
Les gens ne discutent pas du contenu, à peine des titres
Mon temps est trop faible pour discuter de titres.
Je veux vivre à côté de gens humains, très humains.
Qui savent sourire de leurs erreurs.
Qui ne se glorifient pas de victoires.
Qui défendent la dignité humaine et qui ne souhaitent qu'être du côté de la vérité et de l'honnêteté.
L'essentiel est ce qui fait que la vie vaut la peine d'être vécue.
Je veux m'entourer de gens qui savent arriver au coeur des gens.
Les gens à qui les coups durs de la vie ont appris à grandir avec des caresses minces dans l'âme.
Oui... J'ai hâte... de vivre avec intensité, que seule la maturité peut me donner.
J'exige de ne pas gaspiller un bonbon de ce qu'il me reste...
Je suis sûr qu'ils seront plus délicieux que ceux que j'ai mangé jusqu'à présent.- personne n'y échappe riche , pauvre intelligent , démuni ...