jueves, 24 de marzo de 2022

Crítica de Luis Francisco Pérez







Hay novelas que de tan deudoras de la realidad que describen perfectamente se las puede calificar de ensayos o análisis de un determinado período histórico, y sin por ello renunciar a la fantasía especulativa que siempre permite la más pura ficción; para ello es necesario asumir, ciertamente, que no existe invención alguna sin el decisivo aporte de una concreta ontología, o una ciencia del ser, que por fuerza ha de expresarse o manifestarse desde el contexto social y cultural en que esa novela ha sido escrita. Pues bien, la cualidad más admirable de esta novela es precisamente esa, el ser tanto o más valiosa que muchos libros de Historia. “Tea rooms. Mujeres obreras” fue escrita y publicada en el Madrid republicano de 1934, y ha sido “descubierta” desde que esta editorial la rescató del más injusto olvido (en el 2016, pero el “boca a boca” se ha acelerado en los últimos meses). Luisa Carnés (Madrid, 1905-Ciudad de México, 1964) relata en esta novela en parte autobiográfica –se sitúa entre lo que en francés se denomina “tranche de vie” y en el lenguaje musical de la ópera un “aria di forza”- su experiencia como trabajadora de una elegante confitería o salón de té, y haciendo uso de un excelente castellano de gran pureza y sin el recurso castizo de coloquialismos madrileños de época. Es decir, nos muestra y describe las agotadoras jornadas de doce y catorce horas de trabajo por salarios que más que “de miseria” eran de hambre, la misma hambre milenaria que hasta bien entrado el siglo XX arrastró el 75% de la población trabajadora de este país. ¿Solo hambre? No, también una humillación constante que viene del fondo de los tiempos. Una realidad muy triste y muy dura que la República no pudo paliar en los escasos cinco años de su existencia. Cuando se declara la guerra civil Luisa Carnés se centró en el periodismo militante en defensa del gobierno legítimo, y al finalizar la contienda pudo salir hacia el exilio de México. Tuvo mucha más suerte que sus compañeras trabajadoras del salón de té, pues a la mayoría les esperaba la cárcel, la tapia del cementerio para ser fusiladas, o el más brutal ostracismo del exilio interior. En definitiva, les esperaba el hambre y la humillación implacables que tan bien conocían. Precisamente contra lo que se habían revelado, junto a la silenciosa sumisión al jefe, al padre, al marido, al Poder, y que la larga noche del franquismo prolongó casi cuarenta años más. Una novela extraordinaria, y que parece mentira que haya estado tantos años en ese raro exilio que en muchas ocasiones sufren admirables creaciones culturales. En la actualidad, en el Teatro Fernán Gómez de Madrid, se está representando una adaptación teatral de esta ficción que no lo es en absoluto.




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