jueves, 29 de noviembre de 2018

Rabindranath Tagore







Tulsidas, el poeta, vagaba pensativo, a la orilla del Ganges, por el paraje solitario donde queman los muertos.
Y encontró a una mujer que estaba sentada a los pies del cadáver de su marido, vestida alegremente como para una boda.
Se levantó ella al verle, le saludó, y le dijo: “Dime tu bendición, Maestro, que quiero irme al cielo con mi marido”.
Tulsidas le respondió: “¿Qué prisa tienes, hija mía? ¿No es también esta tierra de Aquel que hizo el cielo?
”El cielo no me importa”, dijo la mujer, “lo que quiero es mi marido.”
Tulsidas le contestó sonriendo: “Anda a tu casa, hija mía. Antes de terminar este mes, Lo encontrarás”.
Y la mujer se volvió a su casa, dichosa de esperanza.
Tulsidas iba todos los días a verla, y le hacía pensar en cosas altas, y le llenó el corazón de amor divino.
Cuando el mes hubo pasado, vinieron los vecinos a su casa, y le preguntaban: “Mujer, ¿has encontrado ya a tu marido?”
La mujer sonreía y decía: “Sí”.
Y ellos quisieron verlo, y le preguntaban impacientes: “¿Dónde está?”
“Mi Señor está en mi corazón, uno conmigo”, dijo la mujer.








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