viernes, 15 de mayo de 2020

ESCÚCHATE








Estoy entusiasmada con este libro.
Lo empecé, lo leí deprisa porque me estaba interesando muchísimo y cuando lo terminé me di cuenta de que no me había enterada de la misa la media, por lo que me tranquilicé y me dispuse a digerirlo
con calma, con un rotulador fosfórito para subrayarlo sin prisa.
Así lo hice. Me leía una o dos páginas cada día, intentaba recapacitar sobre lo leído, me impresionaba la profundidad de los temas que tocaba, la cantidad de datos que exponía y sobre todo la gran sabiduría que contenía.
Se me acabó el rotulador y volví a la tarea con uno nuevo.
Ahí sigue mi libro en la mesilla, ya no leo dos páginas, solo unas frases cada día y me dejan perpleja.
¿Seré capaz de poner en práctica todo lo que estoy aprendiendo?
Porque la gracia del asunto no está en la teoría, eso lo saben hasta los tontos de capirote.
Intenté leer un libro más asequible para mi intelecto y Jaime me recomendó el famoso Juan Rulfo de Pedro Páramo del que tanto he oido hablar en las clases de Escritura.
Empecé pero no podía, algo en mí deseaba con todas mis fuerzas volver al origen, al libro que me estaba cambiando mi visión sobre la vida, por lo que desde entonces, solo Escúchate merece mi atención.
Sigo subrayando, cada día un poco más, a veces vuelvo hacia atrás y corroboro algo que me ha quedado pendiente.
Nunca había leído nada semejante.
Es una especie de sabiduría condensada.
Tal vez sea para todo el mundo, no lo sé pero yo me conozco lo suficiente como para estar segura de que soy difícil de satisfacer y reconozco que este libro me satisface plenamente.
Lo que más siento cuando tengo el libro en mis manos es agradecimiento por tener acceso a un texto que raya la excelencia.


































































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